Dice Martin Parr en el prólogo de “The waiting game”, el libro de Txema Salvans; “Me parece que España -En términos fotográficos – es ahora un territorio completamente maduro, y la nueva generación de fotógrafos que actualmente está emergiendo es una fuerza a tener en cuenta” , afirmación con la que coincido al cien por cien, vivimos un momento dorado para la fotografía, quizás se deba a que es más fácil acceder a una formación fotográfica, quizás a que internet permite conocer la obra de muchos más artistas y aprender de ellos, quizás a que hay una generación que se ha creado con imágenes que se abre paso. Son muchos los autores españoles que realizan un trabajo fotográfico de gran calidad pero al parecer son muchos los llamados pero pocos los elegidos. Hay un puñado de nombres entre los nuevos fotógrafos que están presentes en todos los premios, en las exposiciones recopilatorias (Buena muestra es “Contexto Crítico”, una excelente muestra que se puede ver ahora en La Tabacalera) o en los artículos de la prensa especializada. Se han ganado a pulso entrar en esa particular lista de éxitos fotográfica y no voy yo a menospreciar sus méritos, pero creo que son muchos más los que merecen el mismo reconocimiento aunque por algún motivo no han llamado la atención de los gurús que elaboran las listas, los que recurren por sistema siempre a los mismos nombres. Me gustaría hablar de esos fotógrafos, desconocidos pero que realizan un trabajo de gran calidad. sirva como ejemplo para romper el hielo el autor del que quiero hablar en esta entrada.
Javier de la Fuente es un autor albaceteño residente en Madrid cuya obra se caracteriza por una coherencia formal presente en todas sus series fotográficas aunque los temas sean diferentes. Tanto si fotografía casas como si retrata coches solitarios o calles de ciudades europeas, todas sus fotos transmiten una sensación melancólica de ser parte de historia a punto de ser contada, son como pistas para resolver algún enigma que nos acercan a la historia, que nos revelan parte del misterio pero que no revelan la solución.
Sus fotografias, herederas sólo en cierto modo de Stephen Shore o de Todd Hido, tienen un tratamiento que las acerca al resultado que se obtenía con determinadas películas pese a ser tomas digitales, tal vez sea eso y el uso que hace de la luz y el color lo que produce la sensación de estar contemplando imágenes más antiguas de lo que realmente son, el resultado es un tanto perturbador y contribuye a aumentar el misterio de sus imágenes.
Me gustan mucho sus fotografías de coches solitarios, que más que mostrar estos vehículos como lo puede hacer un documentalista o un publicista, lo hacen como un fotógrafo de la naturaleza que retrata alguna especie de animal salvaje captado en su entorno gracias al uso de teleobjetivos que eviten asustar al animal, en este caso al vehículo y cuanto más se observan más fácil es imaginar al fotógrafo a la caza de vehículos aislados como hemos visto tantas veces en los documentales de la 2.
Cuando Javier de la Fuente fotografía calles de ciudades norteeuropeas se puede sentir el frío, no sólo en la temperatura, sino en los hábitos de vida y en el caracter, no ya de los pobladores ausentes, sino de las propias calles. Hay algo desolador pero no desesperanzador, un pequeño escalofrío que uno no sabe si es desazón o simplemente belleza. Es una sensación que sigue pendiente en la serie sobre Lisboa pero en menor manera pues es el caracter mediterraneo de la ciudad (Lisboa es mediterranea por mucho que se empeñe en mojar sus pies en el Atlántico) el que se adueña de las imágenes. En estas fotografías el caos y el desorden lisboeta se adueña de todo en contraste con la severa geometría de las calles de Helsinki y Tallín aunque en estas fotografías sea un caos metódico y escrupuloso.
Las personas no se atreven a aparecer en estas fotografías, parece que hayan dejado de poblar las ciudades, y es sobre todo en la serie streets en las que se muestran, aunque lo hacen con el aire espectral y fascinante de los personajes de las películas de Kaurismaki, fugaces e hieráticas, dando la espalda a la cámara, planeando la huida del escenario cuando acaban de llegar.
De entre todas las fotografías de Javier de La Fuente, me atrae con mayor intensidad la serie titulada “Houses” (El laconismo de sus títulos se parece tanto a sus fotografías) donde el autor ha fotografiado viviendas que pueden parecer abandonadas o de otra época, pero que están habitadas hoy en día por personas que las mantienen como si el peso del tiempo sobre ellas fuera tan fuerte que impidiera hacer cualquier cambio en ellas. En estas fotografías, De la Fuente retrata el presente para mostrar el pasado, y ambos tiempos parecen fundirse en uno nuevo, aún no inventado, que inquieta a la vez que fascina con la seducción que siempre ejerce sobre nosotros lo que parece estar más allá de nuestra comprensión pese a formar parte de la realidad más cotidiana.
Enlaces de interés:
Página web de Javier de la Fuente