Fotografiar es, según la etimología del término, escribir con luz. Es algo que todos sabemos, lo primero que nos enseñan cuando empezamos pero conviene recordarlo porque a menudo lo olvidamos con la misma facilidad con que lo aprendimos. La materia prima de un fotógrafo es la luz, no los píxeles o los haluros de plata, no la temática de sus obra, la idea que se quiera transmitir, la composición o el uso de una u otra lente. Es la luz la que actua sobre el sensor, o sobre la película, y con su acción que tiene algo de toque de la varita de un mago, se convierte en una fotografía y, en ocasiones, en una buena fotografía.
Repaso estos conceptos aquí más que nada como recordatorio personal, para tenerlo presente, sobre todo ahora que he descubierto las fotografías de Manolo Espaliú.

Sevillano de nacimiento, comenzó estudiando arquitectura y de allí llegó a la fotografía aunque dentro de este campo, su actividad profesional no va más allá de determinadas colaboraciones para algunos periódicos.
Su relación con el arte de Niepce siempre se ha centrado en el terreno creativo, más allá del interés documental.
Estudió fotografía en Cobertura Photo, Sevilla, y continuó su formación en talleres impartidos por algunos de los más grandes. Es uno de los autores del blog “El Patio del Diablo” y miembro del Colectivo “El Cíclope Mecánico”.
En la obra de Espaliú, la luz es palpable, como una materia dúctil y maleable que él maneja a su antojo, al menos así es en la mayoría de sus series. De hecho, a veces pienso que, más que trabajar con luz, Manolo Espaliú trabaja con la ausencia de esta, con la sombra.
La que tal vez sea su serie más conocida “42”, capta la vida en la capital andaluza cuando el calor es más fuerte y el sol castiga con mayor saña, pero en sus fotografías la luz del sol a esas horas, que suele ser la pesadilla de todo fotógrafo, ha sido domeñada, relegada a determinados puntos estratégicos y es la sombra la que se adueña de la imagen, con lo cual la luz acaba siendo la protagonista.

Ese contínuo juego, batalla entre luz y sombra, está presente en otras series suyas de igual interés tales como MNCARS con fotografías tomadas en el museo Reina Sofía de Madrid, en el muy fotográfico patio del edificio Nouvel y en una de las más atractivas por su gran belleza, la serie “Maghrib” en la que retrata escenarios iraníes al anochecer jugando con las últimas luces del día y la iluminación artificial, dando como resultado una gama cromática fascinante.

La temática de sus fotografías es sencilla, no busca retratar grandes historias sino que acude a lo más cercano, a lo que forma parte de su realidad particular. Dentro de ese trabajo introspectivo, me quedo con el reportaje “Muy noble, muy leal, heróica e invicta” en el que retrata la semana santa Sevillana alejándose de tópicos y de la imaginería religiosa y centrándose en los detalles que escapan al que concentra su mirada en los pasos procesionales.

En definitiva, un autor al que acabo de descubrir pero que seguiré con interés y con ansias de aprendizaje.
Enlaces de interés:
Manolo Espaliú
El Patio del Diablo
El Cíclope Mecánico.