El programa Sálvame que emite cada tarde Tele5 ha cumplido cinco años y para celebrarlo, entre diferentes actos y eventos, los responsables del programa decidieron encargar a la fotógrafa Bárbara Allende, más conocida como Ouka Leele la realización de una foto grupal en la que aparecieran retratados los participantes habituales del programa.
Hasta aquí todo normal, un grupo de personas que en este caso son artífices de un programa de televisión confía en una artista reconocida y cuyo estilo podría encajar con la línea estética del espectáculo, la fotógrafa lo acepta y realiza un trabajo a la altura de las expectativas.
Hasta aquí todo normal, un grupo de personas que en este caso son artífices de un programa de televisión confía en una artista reconocida y cuyo estilo podría encajar con la línea estética del espectáculo, la fotógrafa lo acepta y realiza un trabajo a la altura de las expectativas.
Y aquí debería haber quedado todo, a unos les gustaría la foto y a otros no, pero esto es España y ha faltado tiempo para que los mentideros fotográficos de las redes sociales afilen las garras contra la fotógrafa por haber realizado tal encargo.
En la cuenta de Twitter de la autora y en otros muchos foros no sólo han llovido las críticas, sino también los ataques iracundos contra Ouka Leele por haberse “rebajado” a fotografiar a los representantes del programa más odiado de televisión (Tal vez también el más amado).
En estos días he leído todo tipo de críticas, y muchas van más allá de lo referente a la fotografía de marras y dan rienda suelta a los odios personales de fotógrafos y aficionados contra la trayectoria artística y profesional de Ouka Leele. Calumnia que algo queda, parece haber sido la consigna, al fin y al cabo las redes sociales son trincheras que permiten disparar sin ser visto, y de eso se han servido los atacantes.
Personalmente este asunto no sólo me resulta desproporcionado, sino que me sirve para recordar de nuevo como la falta de reflexión y de respeto son fantasmas que pululan sobre la cabeza de todo el que esgrime una opinión en este país de opinólogos.
La fotografia de la discordia es como el mismo programa, una tremenda horterada artificial y artificiosa pero que a la vez tiene algo seductor y atractivo a cuyo influjo puede resultar difícil escapar. No es una obra maestra pero si es una obra digna. Pero esta artificiosidad kitsch no es casual, sino intencionada, tanto por parte del programa a la hora de elaborar su contenido, como de Ouka Leele a la hora de retratarlos.
Entonces, ¿por qué tanto rechazo?
Al parecer, en principio lo que se le rechaza es haber retratado a quienes se califica como creadores de basura mediática cuando no se utilizan términos más duros.
El Sálvame es un espectáculo grotesco y en ocasiones soez que saca lo peor de sus colaboradores y los enfrenta entre ellos como si de una pelea de perros chabacana y macarra se tratara. ¿Y bien? ¿Impide eso que aquellos que engrasan a diario la maquinaria de tal parada de los monstruos televisiva puedan ser retratados con dignidad de seres humanos y profesionales?
Sálvame es basura o cómo lo queramos llamar (Excepto para los casi dos millones de espectadores que cada día acuden a su llamada catódica) pero eso no convierte a su equipo en una banda de criminales y no les niega el derecho que si se concede a políticos, banqueros y otros personajes de más que dudosa fama cuando no de reputación confirmada que continuamente recurren a los fotógrafos para inmortalizarse en sus glorias efímeras, y nadie pone el grito en el cielo.
Repasando las críticas que ha recibido Ouka Leele, veo que muchas de ellas no aluden a la dichosa foto para Sálvame, sino que sacan a relucir desprecios acumulados desde sus tiempos de fotógrafa relacionada con la movida y la vanguardia ochentera madrileña. Ahí está el problema, que vivimos en una sociedad donde los rencores fermentan durante mucho tiempo hasta que estallan espoleados por sucesos que nada tienen que ver con el auténtico trasfondo de la cuestión. Muchos han visto que Ouka Leele ha fotografiado a los representantes de uno de los programas más chabacanos y vulgares de nuestra televisión y no han perdido el tiempo en lanzar ataques personales contra ella, sin detenerse a observar la obra discutida y comprender que esta fotografía no dignifica al equipo de Sálvame, sino que los sitúa a cada uno en su sitio como dioses complacientes y complacidos de un paraíso de lo zafio y lo artificial.
Retrato de Chus Lampreave realizado por Ouka Leele
A diario, basta con hojear la prensa para encontrarnos con fotografías tomadas en conflictos internacionales, campos de batalla, lugares arrasados por desastres naturales y otros ámbitos en los que la tragedia y el drama humano campa a sus anchas. Y no es menos frecuente, cada vez más, que esas fotografías hayan sido tomadas o procesadas buscando la espectacularidad y la belleza estética, manipulando colores, luces y sombras, llegando en muchas ocasiones a falsear la realidad en aras de conseguir imágenes impactantes que puedan optar a algún premio. Para mí esto tiene una gravedad ética mucho mayor que la de haber retratado a un conjunto de comparsas televisivas, sin embargo hemos aprendido a convivir con ello y nadie afila los colmillos ante tal uso deleznable de la fotografía.
Ouka Leele ha recibido un encargo, y lo ha cumplido, punto y final. Se nos suben las ínfulas de artistas a la cabeza en cuanto cogemos una cámara y nos olvidamos con pasmosa facilidad de que ser artistas es bueno, pero ser fotógrafos nos permite poner un plato caliente en la mesa cada día. No sé si Bárbara Allende ha realizado esta fotografía por el dinero o por placer, no me importa, en cualquier caso creo que tiene todo el derecho del mundo a hacerlo sin convertirse en diana de dardos envenenados o quién sabe qué envidias acumuladas.
Cristina García Rodero, a quien tanto admiro, aceptó encargos de retratar a Manuel Marín o a los miembros de la casa real, pero las críticas resultaron más tímidas, casi de soslayo, a pesar del absurdo que supuso encargar ese tipo de fotografías a una reportera como García Rodero cuyo trabajo se aparta meridianamente de lo que se requería. Y como ella fueron y serán muchos los fotógrafos que aceptan encargos que se apartan de forma tangencial de su carrera.
Fotografia de Cristina Garcia Rodero
Annie Leibovitz realizó una serie de fotografías en la que escenificaba las películas de Disney con actores famosos. Son fotografías artificiales, teatrales, con horas de retoque digital y que poco tienen que ver con el trabajo habitual de Leibovitz, pero no por ello son menos dignas.
Fotografia de Annie Leibovitz
Stephen Shore se apartó de su carrera fotográfica realizando fotos para la revista de moda Bottega Venega. Nan Goldin fotografió moda infantil para Kid’s Wear.
Steve McCurry fotografió el calendario Pirelli, Philip-Lorca di Corcia tomó fotos para W Magazine e incluso nuestro Agustí Centelles trabajó para Chupa Chups.
Fotografia de Steve McCurry
Como dijo un coetaneo de Ouka Lele en los tiempos de la movida, corren malos tiempos para la lírica.
Enlaces de interés.
Web de Tele5
Sobre Ouka Leele
Información sobre fotógrafos trabajando por encargo en el blog Oda a Niepce
OTROS FOTOGRAFOS POR ENCARGO: