Creo que el WPF (World Press Photo) fue el primer concurso internacional de fotografía del que tuve conocimiento y desde entonces lo sigo con un interés que ha ido variando con el tiempo. Esta fluctuación de mi interés se debe sobre todo a como, de un tiempo a esta parte, sabemos más de cada edición por las polémicas que acompañan a los fallos del jurado que por las fotografías en si.
Ya el año pasado escribí una entrada sobre la polémica generada al prohibir una fotografía como publicidad de la exposición en Barcelona amén de las sospechas de manipulación que rodearon a la fotografía ganadora en 2013 y que al final resultaron ser infundadas.
No hace mucho que se conoce el resultado del concurso en la edición de 2015 y las polémicas y controversias ya han salpicado al concurso, tal vez en esta edición de una forma especialmente virulenta, lo cual induce de forma indirecta pero inevitable a un desprestigio del concurso.
En mi opinión, lo peor de todo esto es que el WPF está siguiendo una tendencia errática, un continuo cambio de valores y de decisiones que afectan a la opinión de los seguidores, algo cansados ya de tanta chufla.
Para comenzar, la foto ganadora de este año no ha estado exenta de críticas. Es normal, se trata de un concurso de gran alcance internacional y opiniones debe haber para todos los gustos.
Yo soy de los que consideran injusto el premio por varias razones, pero vaya por delante que es solo una opinión particular.
La imagen ganadora pertenece a Mads Nissen y muestra a dos homosexuales rusos en la intimidad de su dormitorio. Esta imagen forma parte de un reportaje sobre el auge de la homofobia en Rusia, un tema más que interesante.
En dicho reportaje había imágenes más duras, no demasiado, pero la ganadora es una fotografía que parece realizada en un estudio, una imagen serena e intimista que igual podría mostrar a dos hombres rusos que de cualquier otro lugar del mundo. No veo en esa fotografía más que dos hombres felices de su intimidad, aunque esa intimidad es relativa pues no hay que olvidarse de que el fotógrafo también está en el dormitorio, con lo cual el caracter periodístico y documental comienza a desaparecer en favor de una fotografía estudiada y meditada. No creo que la fotografía sea un testimonio periodístico, y ni mucho menos tan relevante como para merecer este premio. No significa ello que sea una mala fotografía, al contrario, es bella y potente, pero no es representativa de lo que pretende contar.
Cuando se hizo público el fallo, la organización resaltó que no quisieron premiar una fotografía que se basara en mostrar de forma cruenta muerte y sufrimiento pues hay otro tipo de reportajes.
Estas fueron algunas declaraciones del jurado:
Michelle McNally, presidenta del jurado de la edición anterior calificó la imagen como “Muy intima e increíblemente bonita, magníficamente ejecutada y con una composición impecable»
Alessia Giaviano, miembro del jurado, comentó que «La fotografía ganadora encierra un mensaje sobre el amor como respuesta a algo que está pasando a nivel mundial. Trata sobre el amor como un problema global, y en este sentido transciende la homosexualidad»
Coincido en que la fotografía es bella y premiar la belleza me parece una decisión tan loable como la de premiar cruentas fotos de guerra, pero, si no querían premiar este año fotografías dramáticas ¿No deberían haberlo avisado en las bases? Creo que habría ahorrado trabajo a los muchos fotógrafos que han presentado imágenes duras de gran valor documental a un concurso de fotografía periodística.
No entiendo esa decisión del jurado. ¿A quién quieren agradar o a quién temen? No veo sentido a premiar fotos que hablan de una realidad sin mostrarla, no vaya a ser que alguna minoría iracunda responda.
No se puede agradar a todos, nos guste o no, la realidad es dura, es cruda y la muerte es una parte importante de la actualidad internacional. Intentar alejarla ahora del premio es absurdo.
Otra de las fotografías de Mads Nissen sobre la homofobia en Rusia
Al hacerse público el fallo del jurado, la organización informó de que varios premios habían estado a punto de declararse desiertos por no encontrar en esas categorías fotografías que no hubieran sufrido grandes manipulaciones y retoques a posteriori y que un 20% de los finalistas fue descalificado por los mismos motivos.
Esto es grave, da pie a reflexionar sobre el camino que sigue la fotografía periodística actual, cada vez más lejos del interés documental y más cercano a la venta de periódicos y revistas a través del impacto visual. “No permitas que la realidad te estropee un buen titular” dicen que dijo William Randolph Hearst, y esa parece ser la premisa actual aplicada a la fotografía de reportaje.
Dicen los organizadores de WPF que la categoría más proclive a manipulaciones era la de deportes, creo que todos sabemos por qué sucede esto en esta sociedad futbolizada e idiotizada a base de convertir a algunos deportistas en superhéroes cuyo principal superpoder es aquél del que disfrutó el rey Midas.
No se han hecho públicas las fotografías descartadas por estos motivos, pero intento imaginar hasta que punto habían sido alteradas para ser eliminadas viendo algunas fotografías que sí han obtenido premio aunque el retoque es tan obvio en ellas que cuesta creer que los miembros del jurado las dejaran pasar.
Supongo que la organización habrá cotejado las fotografías con los archivos raw o los negativos originales, pero hay fotos ganadoras que claramente parecen pasadas por una larga sesión de photoshop. Me refiero a fotografías como la de Bulent Kilic ganadora de la categoría de noticias de actualidad.
Supongo que la organización habrá exigido el raw o negativo original, pero a mi me parece que esta foto ha pasado un buen rato en la sala de operaciones de photoshop.
© Bulent Kilic
La fotografía de Sergei Ilnitsky ganadora en la categoría de noticias generales me parece una magnífica imagen, una forma perfecta de mostrar el horror de la guerra sin recurrir a la muerte como protagonista. Pero también intuyo un desaturado selectivo en la imagen amén de otros retoques.
© Sergei Ilnitsky
Del mismo modo, me gustaría saber si el desenfoque tan oportuno del primer plano y del plano más alejado en la ganadora de la categoría de deportes, que pertenece a Bao Tailing no es resultado de una cuidada postproducción digital.
© Bao Tailing
O, por poner sólo otro ejemplo más, la fotografía de Jerome Sessini, de la agencia Magnum, que le valió el segundo premio en la categoría de noticias de actualidad me parece que ha sido trabajada para añadir más densidad a las zonas oscuras y hacer más dramática una imagen que de otro modo habría sido menos interesante.
© Jerome Sessini
Creo que estas fotografías, y algunas otras, han sido procesadas y aún así han pasado la criba del jurado, pero no creo que ese procesado las invalide como buenas fotografías y que sus autores no sean excelentes fotógrafos. Ayudaría, para elaborar un juicio al respecto, saber qué considera WPF que es manipulación y qué no lo es.
Antes en el laboratorio, ahora en el ordenador, las fotografías siempre se han procesado, es algo inherente a la fotografía, con lo cual sería aconsejable que la organización estableciera unos límites. Está claro que añadir o eliminar elementos de una fotografía debe ser punible, pero el postprocesado se mueve en un terreno de nadie en el que convendría comenzar a ir poniendo cotas para poder hacer un juicio más justo.
El culebrón Charleroi
La polémica sobre el exceso de retoques en las fotografías presentadas es pequeña y no ha tenido repercusión más allá de los mentideros fotográficos, pero esta edición de WPF ha venido acompañada de otra polémica que si ha tenido repercusión mediática.
El fotógrafo italiano Giovanni Troilo resultó ganador de la categoría temas contemporáneos con su reportaje “La Ville Noir – The Dark Heart of Europe”. Dicho reportaje mostraba como el cierre de las muchas industrias de la ciudad trajo consigo una degradación económica y a la vez social. Son fotografías que muestran el lado menos atractivo y más castigado por la crisis de Charleroi y por ende del resto de Europa, imágenes de degradación nada favorecedoras de la ciudad.
Hasta aquí todo bien, pero todo comenzó cuando el alcalde de la ciudad, Paul Magnette, atacó furibundo contra las fotografías por mostrar una ciudad que no es.
Bueno, un alcalde que piensa que su ciudad es el país de las maravillas y no tolera imágenes negativas de su municipio, y por tanto de su gestión. No es nada nuevo, incluso es risible, pero hizo suficiente ruido como para que el trabajo de Troilo se pusiera en entredicho y en ese momento fue cuando se pudo constatar que una de las fotografías, la que mostraba la preparación de una escena para un cuadro, no había sido tomada en Charleroi.
© Giovanni Troilo
En principio la organización del concurso anunció que no retiraba el premio, pero la duda estaba sembrada y la obra de Troilo estaba ahora bajo la lupa de cualquiera que tuviera interés en despedezarla y pronto se puso en duda la naturalidad y veracidad de todas sus fotos. Especialmente una, aquella en la que muestra un coche en el que se supone que alguien practica sexo y que por su iluminación puede parecer una imagen preparada y no espontánea.
© Giovanni Troilo
Y tanto va el cántaro a la fuente que al final WPF decidió retirar el premio a Troilo, saltando de nuevo la prensa dispuesta a despedazar el trabajo del fotógrafo que, por cierto, se ha puesto en boca de todos y ha conseguido una fama y popularidad que le acaba por beneficiar.
Yo me pregunto si el hecho de que una sola de las fotografías del reportaje haya sido tomada a cincuenta kilómetros de Charleroi es suficiente para invalidad la capacidad documental del reportaje y por tanto el merecimiento del premio. La historia del fotoperiodismo está plagada de imágenes cuya veracidad es al menos cuestionable pero cuyo valor informativo y documental no se puede negar, sirva como ejemplo la muerte de cierto miliciano. Lamentablemente tengo menos respuestas que preguntas.
Para los que seguimos con interés las pocas noticias sobre fotografía con que la prensa nos obsequia, esto supone un mareo que induce al hastío. Tanto cambio de opinión, la imprecisión de algunas normas y la forma en que la imagen del fotoperiodismo mundial se ve perjudicada ante la opinión pública debería ser suficiente para que World Press Photo se planteara ser más serios, menos sujetos a cambios en próximas ediciones.
Por lo pronto, Visa pour l’image, el prestigioso festival de fotografía periodística ya ha anunciado que no expondrá las fotografías de esta edición de WPF.
Jean-François Leroy, cofundador y presidente de la histórica cita de Perpiñán, ha comentado “Los fotoperiodistas a los que queremos promocionar no meten un flash en un Humvee para iluminar el rostro de un soldado en Iraq. Los fotoperiodistas cuyo trabajo estamos orgullosos de representar no piden a su sujeto que se saque la camiseta y lo iluminan con equipo de estudio para asemejarlo a una pintura holandesa” y con estas palabras induce a una reflexión que va más allá de las polémicas particulares de World Press Photo y que afecta a toda la fotografía de prensa actual y al camino que de un tiempo a esta parte viene siguiendo.