Vamos a contar mentiras (I)

La fotografía es el arte de la mentira, la sublimación de la manipulación como forma de arte disfrazada de realidad. Los fotógrafos mentimos cada vez que tomamos una fotografía, da igual si es un retrato artificioso o la documentación de un acontecimiento periodístico.
Pese a lo que mucha gente puede pensar, la capacidad de una cámara de atrapar lo que tiene frente a ella no implica que el resultado sea un reflejo fidedigno de la realidad. Encuadrar es mentir, así como elegir un punto de vista, una lente, blanco y negro o color. Mirar por el visor o en una pantalla implica seleccionar, aislar una parte del mundo para convertirlo en nuestra obra personal en la que sólo se mostrará lo que al fotógrafo le interese, nunca será una representación objetiva sino una elección y una selección, por lo tanto también habrá eliminación, exclusión.
Un fotógrafo, incluso el documentalista más ortodoxo, no es un testigo sino un narrador que cuenta las historias que le apetecen.

T07235_10Esquema preparatorio de una fotografía de Jeff Wall

Esto es obvio para algunos y escandaloso para otros, sobre todo para los neófitos. Me suele ocurrir con los alumnos que a principio de curso no entienden esta premisa y la rebaten a capa y espada hasta que en algún momento abren los ojos para darse cuenta de que la fotografía es mentira, pero es una mentira maravillosa, fascinante, porque a veces su disfraz de realidad es tan inteligente que supone un desafío intelectual desprenderse de la seducción de una imagen para ver hasta que punto es un artificio. Ocurre esto con toda la fotografía, incluso con las fotos de prensa más neutrales, pero cuando más apasionante resulta es cuando el fotógrafo ha buscado el engaño, o más bien el juego, la seducción del espectador a través de una verdad que esconde una ficción.
Han sido y serán muchos los fotógrafos que se han valido de la recreación o la falsificación del mundo para crear obras con aspecto de instantáneas, engaños no disimulados pero muchas veces difíciles de discernir sin una información previa. Los motivos que les han llevado a tomar tales caminos fotográficos son variados y siempre interesantes, pero sobre todo es la obra de esos autores lo que seduce y deslumbra, así que mejor paso a hablar de algunos de ellos, los más importantes o al menos lo que a mi más me interesan, que ya está bien de preámbulos.

Jeff Wall

Nacido en Vancouver en el año 1946, Jeff Wall es tal vez el ejemplo más representativo de la impostura fotográfica convertida en arte.
Sus fotografías, que se inscriben dentro de una corriente conocida como fotoconceptualismo, obedecen a cuidadas planificaciones en las que cada elemento de la fotografía ha sido meticulosamente preparado para producir la sensación de ser una instantánea, aunque en ocasiones esas instantáneas posean algún elemento discordante con la realidad.
Sus fotografías suelen tener un formato grande, unos 2 x 2 metros y se presentan montadas sobre cajas de luz. Al parecer esta idea le vino en un viaje en autobús entre España y Londres al ver un gran anuncio publicitario.
Wall trata en sus fotografías temas de carácter social, com0 en su famosa obra Mimic, de 1982, y muchas veces son en realidad escenificaciones de escenas que él presenció pero que no pudo o no quiso fotografiar. Es este uno de los aspectos más fascinantes del trabajo de Jeff Wall, la reconstrucción de la realidad de forma artificial.
Parece ser que el interés por las recreaciones a gran tamaño le viene de su infancia, cuando admiraba las reproducciones de autores como Rembrandt o Brueghel y las dibujaba y pintaba. Después de dibujar a los grandes de la pintura, comenzó a dibujar las imágenes del libro The Americans, de Robert Frank y eso le llevó a la fotografía, tal vez impulsado por la colección de cámaras de su padre.
Cualquier neófito que desconozca el método de trabajo del fotógrafo, al contemplar una de sus obras puede pensar que se trata de una instantánea. Por ejemplo en la famosa Mimic, en la que podemos contemplar una escena situada en algún suburbio norteamericano y en la que vemos algo sencillo pero cargado de significado; Una pareja (ambos blancos) pasa junto a un hombre asiático. Ambos tienen aspecto de ser de clase trabajadora, sin embargo, el hombre de la pareja mira al asiático (Cuyas ropas lo sitúan en la clase media) con un gesto de odio reforzado por un gesto mientras que ella aparta su mirada para otro lado.
Una escena sencilla compuesta con minuciosidad para transmitir un mensaje y que, seguramente, es el trasunto de una escena contemplada en vivo por Jeff Wall.

Mimic © Jeff WallMimic © Jeff Wall

En Ocasiones, la escena captada es tan perfecta que puede dar lugar a confusión en el espectador que ignore el método de trabajo del autor, llegar a sembrar la duda. Se me ocurren dos fotografías que entrarían en esta categoría; Milk y A sudden gust of wind after Hokusai, ambas escenas perfectas, tal vez demasiado, calculadas en la toma e incluso en postproducción digital, al menos en la imagen basada en Hokusai.

milkMilk © Jeff Wall

Un repentino golpe de vientoA sudden gust or wind after Hokusai, © Jeff Wall

Katsushika HokusaiY la obra en la que se inspiró:  Viajeros sorprendidos por una brisa repentina en Ejiri, © Katsushika Hokusai (1832)

Pero a la obra de Jeff Wall no siempre se asoma la reproducción fidedigna de la realidad, sino que en ocasiones hay un elemento extraño pero insertado con toda naturalidad. Como la obra Tumba Inundada en la que rellenó una tumba vacía con todo un ecosistema marino, pero eso ya no entra en la temática de este artículo.

Tumba inundada, © Jeff Wall

Charlie White

Basta con echar un vistazo a la web de este autor para comprobar que se trata de un creador ecléctico con una obra muy desigual. A mi me interesa, o al menos se aviene a los intereses de este texto, su serie titulada: Everything is American, que no sólo es la que más tiene que ver con el tema del que quiero hablar, sino que es su mejor trabajo con diferencia.
Si bien había coqueteado con las escenificaciones fotográficas en series tales como Understanding Joshua o In a Matter of Days, en ambas la ficción resultaba patente, mientras que en Everything is American, esta queda relegada a un segundo plano.
Con esta serie, White pretende reflexionar sobre el fin del sueño americano y para ello fija su interés en episodios lamentables de la historia de los Estados Unidos en los que la sinrazón y, sobre todo, la violencia, echaron al traste la ilusión de una nación perfecta. Pero Charlie White no se limita a recrear tales momentos negros de la historia de su país, sino que crea alegorías de un gran interés fotográfico ya sea en la resolución plástica y técnica de las imágenes que es impecable, como el desarrollo conceptual de cada una de ellas.
Hay varias imágenes en las que lo irreal, en forma de alusiones a determinados mitos, irrumpe sin dar lugar a la duda, pero otras hacen que el espectador les dedique más de una mirada ante la duda que plantean. Al menos el espectador que no esté al tanto del proceso de trabajo de este fotógrafo.
Las fotografías en las que la ficción resulta más patente serían; Champion, Homo Habilis y Patrimony (Donde el autor se autoretrata), magníficas e inquietantes imágenes.

ChampionChampion © Charlie White

Hay otras donde la duda se asoma como puede ser Granddaughter y Tate-Labianca (Una reflexión sobre el episodio de las brujas de Salem). Esta última es una imagen inquietante y potente que igual puede ser el fotograma de alguna película como una instantánea real.

Manson1Tate-Labianca © Charlie White

El resto de imágenes plantean recreaciones minuciosas de realidades que no existieron pero que hablan de otras realidades en un juego conceptual de gran interés.
The Americans: Us Gymnastics Team, a pesar de su teatralidad muestra una escena inquietante que nos hace sentir compasión por la niña lesionada y reflexionar sobre la competencia entre deportistas observando la reacción de sus compañeras ante lo que intuimos que acaba de ocurrir.

white_350 The Americans: Us Gymnastics Team © Charlie White

Por el contrario, Jody es pura naturalidad, un retrato inocente en apariencia pero igualmente inquietante de una niña con una pequeña cicatriz en el rostro que dispara nuestra imaginación hacia escenas de violencia infantil o de algún tipo de agresión sexual.

Jody1Jody © Charlie White

The Americans: US Armed Forces presenta una escena en la que se muestra a dos soldados armados, tal vez en algún cuartel o en algún país en guerra. Es una escena sencilla, uno de ellos parece un prototipo de Marine, un G.I. Joe, mientras que el otro, sentado en el suelo, tiene la fiebre cubierta de sudor y un gesto de inquietud. En el suelo se pueden adivinar manchas de color rojo. No hay más, pero la reflexión sobre el el comportamiento militar de los Estados Unidos queda en el aire.
Jonestown es una impresionante imagen que recrea un momento trágico de la historia de Norteamerica, el 18 de noviembre de 1978. Todos los seguidores del reverendo Jim Jones, en su campamento de Guyana y los 911 integrantes del llamado Templo del Pueblo se envenenaron con zumo de uva mezclado con tranquilizantes y cianuro, muriendo en un suicidio colectivo.
La fotografía muestra a una familia (Padre, madre e hija pequeña) abrazados, llorando, con los vasos de zumo en la mano, no queda claro si han bebido o van a beber, pero el dramatismo es tan grande que produce escalofríos. Es una toma perfecta, como las demás, en las que nada ha sido dejado al azar. Cada gesto, cada pliegue de la ropa o cada gota de sudor han sido minuciosamente estudiados y medidos.

jonestownJonestown © Charlie White

1957 es una fotografía que parece extraída de cualquier película sobre los jóvenes ociosos de los años cincuenta. Pero, en realidad, es una reflexión aguda sobre una generación entregada al ocio y que ya coqueteaba con los excesos que serían la nota dominante en las siguientes décadas, la calma que precedió a la tempestad.

Everything is American, de Charlie White1957 © Charlie White

Richard Prince

Nacido en 1949 en la Zona del Canal de Panamá, Prince es un pintor y fotógrafo cuyo trabajo siempre ha estado rodeado de polémica, o al menos ha sido motivo de discusión.
Tras sus comienzos como creador de collages consiguió la fama realizando algo que nadie había osado hacer. Prince es un falsificador de la realidad, como el resto de fotógrafos de esta entrada, pero en su caso no hay escenificaciones ni recreaciones pues sus “refotografías” son fotos de otras fotos que, aisladas de contexto, adquieren nuevos sentidos.
Su obra Untitled Cowboy fue la primera fotografía en alcanzar un millón de dólares en una subasta, e trataba de una fotografía tomada a uno de los célebres anuncios de Marlboro en los que, al desaparecer el texto y el contexto de la fotografía, el espectador cree encontrarse ante una imagen de libertad y masculinidad en las praderas norteamericanas.

La-mirada-polifemo-richard-prince-3 © Richard Prince, a partir de una fotografía de Sam Abell

No sólo en esta fotografía utilizó Prince el recurso de fotografiar lo que otros hubieron fotografiado, desde entonces a lo largo de su carrera la polémica le ha acompañado con otras series como Girlfriends en las que vuelve de nuevo a fotografiar revistas, esta vez centrándose en chicas jóvenes y atractivas sobre motos y varias series más.
En el año 1983 realizó su obra Spiritual América sobre una obra a su vez de Garry Gross en la que se podía ver a Broke Shields a la edad de diez años de pie en una bañera aludiendo así a la precocidad sexual y a una fotografía de Alfred Stieglitz de la que tomó el título. Todo esto devino a una pelea en los tribunales contra la madre de Shields que dio lugar a reflexiones sobre el llamado apropiacionismo y sobre los derechos de autor.

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Spiritual América © Richard Prince, reproduciendo una foto de Garry Gross

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Spiritual América, la fotografía de la que tomó su nombre Garry Gross para la suya © Alfred Stieglitz

Hace muy poco tiempo, Prince se ha vuelto a poner de moda al vender, por la nada desdeñable cantidad de 90.000 dólares, autoretratos obtenidos de Instagram.
Es el mismo discurso, el cambio de contexto y la obra nueva a partir de otra, pero en este caso creo que la originalidad de sus fotografías a las fotografías de Sam Abell para los anuncios de Marlboro y la ruptura que en su día supusieron se ha perdido en pos de la fama a costa de lo que sea, aunque sea del desprecio.
No entro en el debate, que cada cual saque sus conclusiones.

Hay más autores de los que quiero hablar, pero para no hacer esta entrada farragosa y pesada, publicaré una segunda parte en breve.

Enlaces de interés:
Sobre Jeff Wall
Web de Charlie White
Web de Richard Prince

Crónica de PhotoEspaña 2015 (V)

Ausencias de Madrid me han imposibilitado publicar esta última crónica de PhotoEspaña 2015 hasta ahora.
Es la última porque las grandes expos ya están vistas y comentadas, casi todas, y ahora comienza el peregrinar por galerías que siempre tiene algo de calvario. Entre las que no tienen los horarios con los que figuran en las guías, las que han cerrado, las que están en un piso medio escondido al que da miedo llamar y otras en las que te abre alguien al que pareces haber molestado en su mejor momento y te hace incómoda la visita, visitar expos a veces es algo que da pereza y se va retrasando hasta que entran las prisas de última hora. Por supuesto que hay excelentes galerías sin estas comodidades, muchas de ellas, pero de todos modos creo que es oportuno concluir con la reseña de lo último que he tenido ocasión de visitar.

Museo ICO
Construyendo Mundos.

Que alguien me explique lo de esta exposición. Publicitada casi de refilón como una mera recopilación de fotos de edificios alejada de la temática de PhotoEspaña en esta edición, como insertada para cubrir un hueco, parecía algo que había que ver por inercia, porque tocaba, (Al menos esa es la impresión que nos dio a varios que lo hemos comentado) ha resultado ser una magnífica recopilación de la obra de algunos de los más grandes maestros de la fotografía. Excelente montaje, diseño y selección de imágenes, esta maravilla puede pasar desapercibida para muchos que ignoran la belleza que esconde.
Comisariada por el Barbican Center, esta muestra exhibe doscientas cincuenta fotografías de importantes fotógrafos, algunos cruciales en la historia. Podemos disfrutar de la forma en la que vieron y fotografiaron la fotografía autores como Berenice Abbott, Walker Evans, Julius Shulman y Lucien Hervé, Walker Evans, Ed Ruscha, Bernd y Hilla Becher, Stephen Shore y Thomas Struth. En la parte relativa a la arquitectura moderna y su relación con quienes la habitamos, se presentan fotos de Luigi Ghirri, Hélène Binet, Hiroshi Sugimoto, Luisa Lambr,  Andreas Gursky, Guy Tillim, Simon Norfolk, Bas Princen, Nadav Kander e Iwan Baan.
Prefiero no comentar el trabajo de cada uno de ellos, mejor es ir a verla.

Hélène Binet. Museo Judío de Berlín, Daniel Libeskind, Sin título 7, 1997. © Hélène Binet
Luigi Ghirri. Cementerio de San Cataldo, Módena; el osario en invierno, 1986. © 2014 Eredi Luigi Ghirri. Cortesía Luigi Ghirri Estate

La New Gallery.
This is what hatred did, de Cristina de Middel.

Confieso que tengo un cariño particular por la obra de esta fotógrafa. Hay algo especial en sus fotografías que supera el discurso conceptual pero vacío tan en boga. Seguramente ese algo sea sólo buena fotografía.
De todos aquellos de sus trabajos que he podido ver en una sala, tal vez sea este el que me cuesta más asimilar sin conocer el texto del que parte. No he leído el libro de Amos Tutuola, My life in the bush of ghosts (1964) en el que la fotógrafa se inspira para, en realidad, fotografiar un barrio de la ciudad de Lagos. Noto que me falta esa referencia pero aún así he disfrutado de sus fotografías, del misterio que esconden tras la sencillez de sus planteamientos, incluso del abigarrado diseño de la exposición.
Acudí a la exposición esperando ver la ilustración fotográfica de un libro pero me encontré con la crónica vital y apasionada de la vida en la ciudad africana, con el retrato de sus gentes, de sus leyendas, de sus miserias y sus glorias.
La recomiendo como suelo hacer con su trabajo.


© Cristina de Middel

Cristina de Middle
© Cristina de Middel

Museo Cerralbo
Korda, retrato femenino.

Alberto Díaz Gutiérrez (Cuba, 1928-2001), más conocido como Korda, debe su foto al retrato del Ché Guevara que se convertiría en un icono popular después de ser recortado, procesado y tratado por procedimientos serigráficos y similares.
Eso es lo que conocemos de Korda, nada más, tal vez sea porque no hay mucho más que conocer.
La exposición que se muestra en el museo Cerralbo intenta recuperar la figura de este fotógrafo seleccionando sus fotografías publicitarias protagonizadas por mujeres realizadas para la prensa Cubana, en la revista Carteles.
Considero que este es un intento loable pero fallido. La muestra carece de interés por monótona, porque no hay nada nuevo ni innovador, sólo repetición de fórmulas aburridas. Una pena.
Korda. Norka, ca. 1956 – 1958. Diseño del sombrero:Eva. © Korda, VEGAP, Madrid, 2015

Korda. Norka, 1958. Fotografía de portada de La Mujer suplemento del Diario de la Marina. Sombrero diseñado por Ginette Aussude. © Korda, VEGAP, Madrid, 2015

Galería My Name’s Lolita
La Habana. Juan Manuel Díaz Burgos

Dentro de lo que las galerías aportan al festival Off y lo que hasta ahora he podido ver, destaco la muestra de Juan Manuel Díaz Burgos dedicada a La Habana.

Desde que conoció la Habana en 1991, durante el “periodo especial”, Díaz Burgos se quedó fascinado por la vida en la capital cubana y sobre todo por sus habitantes.
Tres años después regresó y durante dos veranos realizó su “opera prima” habanera titulada Malecón de La Habana. “El gran sofá”. Desde entonces no ha cesado de retratar la Habana y algunas de las muchas fotografías tomadas se exponen ahora en esta exposición, pequeña pero intensa.
Las fotografías de Juan Manuel Díaz Burgos, realizadas con un bellísimo blanco y negro, muestran una cara amable de la Habana. Son imágenes potentes y hermosas que captan con acierto estampas habaneras cargadas de fuerza y energía.
Es una de esas exposiciones pequeñas pero intensas, que te dejan huella y muchas ganas de coger una cámara y salir a la calle.

Foto de © Juan Manuel Díaz Burgos
 © Juan Manuel Díaz Burgos

Conclusión:

Llegado a este punto del festival, me siento muy satisfecho con lo visto.
Creo que esta edición ha servido para darnos a conocer a grandes autores latinoamericanos y a acercar un poco más los dos continentes, que tan ajenos suelen permanecer en cuestiones artísticas.
Se hace mucha y muy buena fotografía en Latinoamerica pero más allá de unos pocos nombres permanece ignota para los españoles. Gracias a PhotoEspaña hemos podido (podemos aún) disfrutar de la fotografía que se hace en América del sur, conocer la realidad de aquellos países y de sus fotógrafos.
He echado de menos más presencia de países del sur del continentes, parecía que se había focalizado todo en el norte, pero insisto en que he visto muy buena fotografía y en que esta es una gran edición de PhotoEspaña.  Ha habido asuntos que me han disgustado, que me han parecido impropios del festival y que he ido comentando por aquí, pero entiendo que no son achacables a la organización del festival sino más bien a la gestión de los diferentes espacios expositivos.
Veremos a ver qué nos aporta la próxima edición, yo ya estoy impaciente pese a tener aún mucho que ver de esta.