Toca continuar con la segunda entrada dedicada a fotógrafos que preparan sus fotografías de modo que simulen ser instantáneas. Toca porque lo prometido es deuda y porque la aceptación del anterior texto ha sido muy grande, así que aprovecho para agradecer a todos los que han mostrado su interés.
La lista de fotógrafos que pudiera entrar en esta categoría es amplia y variada, yo reseñaré algunos de los más interesantes entre los que conozco. Confío en que interese tanto como la primera parte.
¿Ivan Istochnikov o Joan Fontcuberta?
Joan Fontcuberta
Convertido motu proprio en el profeta de la postfotografía por su defensa enconada de las tendencias de la nueva fotografía, tales como el apropiacionismo fotográfico y otras similares que convierten en fotógrafos a los que no han tocado una cámara en su vida, Joan Fontcuberta no es solo uno de los teóricos de la fotografía que más conviene seguir en el panorama actual, independientemente de coincidir o no con sus postulados, sino que además es uno de los fotógrafos españoles con una trayectoria más original y personal.
Las series fotográficas del autor catalán (Barcelona, 1955) ahondan en el uso de la ficción al servicio de sus intenciones narrativas y conceptuales, hasta el punto de que él mismo afirma que “El único sincero que existe en esta vida es el que sabe cómo mentir. Las imágenes siempre mienten porque está en su naturaleza interpretar lo que muestran”.
Antes de dedicarse a jugar con el uso de imágenes de otros autores, como hace en sus “Googlegramas“, han sido muchas las series creadas por él en las que la ficción se presenta desde un punto de vista documental que puede inducir a la duda. Series como Fauna, que presenta una colección de animales imposibles, o Sirenas, en las que indaga sobre el supuesto descubrimiento de fósiles pertenecientes a algunos homínidos acuáticos, los “Hydropithecus”. También entra en esta categoría su trabajo “Constelaciones” en la que presentan supuestas fotografías astronómicas que son, en realidad, restos de insectos estrellados en cristales.
Todas estas series coquetean con la realidad y la mentira con un porcentaje de ficción patente y fácil de descubrir para quien desconozca la forma de trabajo del autor, pero la que, a mi juicio, más se acerca a la temática de este texto es su interesantísima Sputnik protagonizada por el cosmonauta fantasma Ivan Istochnikov.
© Joan Fontcuberta
Según las leyendas urbanas, los cosmonautas fantasmas fueron miembros de tripulaciones en viajes espaciales que murieron en el espacio y cuya existencia fue negada por los gobiernos. Entre ellos, Ivan Istochnikov es uno de los más célebres y presentes en las crónicas de los aficionados a este tipo de teorías conspiratorias.
Según reza su leyenda, Istochnikov viajaba en la Soyuz 2 con el perro Kloka pero un impacto con un meteorito dañó la nave. Cuando la Soyuz 3 se acopló a la nave, la encontró vacía, sólo había una botella de vodka. Ante el riesgo de que se difundiera la noticia de una posible abdución extraterrestre, las autoridades soviéticas ocultaron los hechos.
La realidad es que toda esta historia fue inventada por Fontcuberta como soporte de su serie de fotos titulada Sputnik, creada para la Fundación Telefónica y destinada a mostrarse en exposiciones. Hay que destacar que Istochnikov significa Fuente Cubierta, con lo cual sería una traducción particular del nombre de Joan Fontcuberta, que era el protagonista de las fotografías. Este dato, y algún que otro error de bulto en la historia, no impidió que muchos pensaran que se trataba de una historia real, y que algunas cadena como Tele5 y programas como Cuarto Milenio, presentaron la historia como verdadera. Algunos medios como El Mundo siguieron este juego presentándola como cierta para informar de su carácter ficticio solo al final.
© Joan Fontcuberta
No cabe duda de que este proyecto, que fue premio nacional de fotografía en 1998, es un ejemplo de cómo la fotografía puede ser una ilusión de realidad con una capacidad de engaño manifiesto, sobre todo porque es tenida como verdad por la mayoría, algo que tiene muy claro el autor cuando afirma que «A diferencia de lo que mucha gente piensa, no es una ventana abierta y transparente en el mundo (…) cada vez que pulsamos el disparador de una cámara creamos una mirada influida por una cultura tecnocientífica del siglo XIX que está obsesionada con la verdad, la memoria, el archivo, la fragmentación”.
Gregory Crewdson
He dudado antes de incluir a Crewdson en este texto pues sus fotografías, aunque son calculadas y medidas construyendo interesantes escenificaciones, no siempre pueden dar la sensación de ser instantáneas. De todos modos bien pueden similar fotogramas de alguna película o fotografías captadas por un ojo atento y muy afortunado.
Gregory Crewdson, nacido en Brooklyn en 1962, comenzó en la fotografía después de que visitara, de la mano de su padre, una exposición de Diane Arbus en el Moma a los diez años. Desde entonces su interés se centró en la fotografía hasta hoy.
Este autor crea imágenes cercanas a la ciencia ficción con ecos de Hitchcock o Lynch. A partir de decorados y de detallados story boards, él y su muy completo equipo de decoradores, maquilladores, técnicos de efectos visuales y otros, producen la imagen.
© Gregory Crewdson
Sus fotografías, presentadas siempre en grandes tamaños, son enigmas, permiten atisbar una historia de la que conocemos su planteamiento y su desenlace pero que nos hace sumergirnos en el nudo de un relato que sólo está en nuestra mente.
En sus imágenes hay algo del desarraigo del sueño americano nunca cumplido, de la frialdad de las grandes urbes y del misterio que estas tienen a ciertas horas de la noche, un cierto desasosiego e inquietud que deja poso en el espectador.
© Gregory Crewdson
En su serie Beneath the Roses, vemos a figuras hieráticas, al modo de los tableau vivants, paralizadas en situaciones peculiares; Una mujer desnuda y embarazada ante una casa en ruinas, personas semidesnudas en situaciones extrañas. No sabemos qué sucede en ellas pero igualmente nos fascina. Todo es misterio, el mismo misterio que investigaba en su niñez cuando su padre, psicoanalista, recibía a sus clientes en el sótano de casa y él espiaba las sesiones quedando marcado por aquello toda su vida.
Nada en sus imágenes ha sido dejado al azar, todo está medido y calculado, hasta el último objeto, cada color, igual que cada sombra o cada zona de luz, nada es aleatorio.
Hay algo destacable en su método de trabajo, y es que nada de lo que vemos, ni la escenografía, ni la luz o el color, han sido retocados a posteriori, sino que fueron captados en la toma de la imagen merced a un cuidado estudio, como trabajaría un cineasta.
Desde luego, Crewdson es un fotógrafo con un trabajo de gran interés que merece ser seguido de cerca.

© Gregory Crewdson
Cindy Sherman
No se como me las apaño, pero esta mujer siempre encuentra un hueco en mis textos. Sin duda se debe a su versatilidad, a la riqueza de su trabajo tan personal y único.
Cynthia Morris Sherman (Nueva Jersey, 1954) es una de las fotógrafas norteamericanas e incluso de todo el mundo más respetada y admirada, por la calidad y coherencia de su trabajo.
Era la menor de cinco hermanos habitantes de un suburbio newyorkino . Como tantos artistas, comenzó dedicándose a la pintura pero pronto sintió que en ese terreno no tenía nada que decir y así pasó a la fotografía. En la universidad formó un espacio para artistas llamado Hallwalls donde ella y otros artistas exponían, y de allí se mudó a Nueva York para dedicarse por entero a la fotografía en un loft en Fulton Street. Sería en este espacio donde comenzaría a realizar sus primeros autoretratos conceptuales que serían conocidos como Complete Unititled Film Stills (1977-1980).
En estos retratos, Sherman se retrata disfrazada para que sus fotografías parezcan escenas de películas desconocidas con una estética muy cercana al cine negro. No reproduce imágenes de películas reales, sino que sus fotografías parecen extraídas de películas, o incluso de la vida diaria.
De la serie “Untitled Film Stills” © Cindy Sherman
Aquí comenzaría a descubrir lo mucho que podía expresar siendo ella el motivo principal de sus fotografías en las que el contenido conceptual era tan importante como la imagen.
Para entender la importancia de su obra hay que situarse en la época, en un momento en el que la presencia femenina en las fotografías solía venir acompañada de un rol erótico, un mero complemento sexual, un adorno. El que Sherman se fotografiara con disfraces, rehuyendo el desnudo o las tomas eróticas, contribuyó a afirmar el feminismo que cobraba auge en la época. Ahora la mujer no era un objeto de deseo, era protagonista, era secundaria, era juez y parte.
Sherman adopta múltiples personalidades y muchas veces sus poses resultan artificiales y teatrales, incidiendo de este modo en las múltiples caras de la femineidad, unas veces representando los más arraigados clichés y en otras dando un paso más allá. A partir de los ochenta, las poses y escenificaciones pasan de reflejar situaciones estereotipadas en las que la mujer desempeña roles clásicos del cine para mostrar en su obra Centerfolds mujeres que son víctimas de abuso sexual, que viven al margen, que son abandonadas, mujeres que sufren. Ese cambio marcó el resto de su carrera, Cindy Sherman ya no era la fotógrafa que captaba la representación clásica de la mujer en el cine y otras artes visuales, ahora ella iba más allá y mostraba a una mujer real dentro de la artificiosidad de sus imágenes como ha seguido haciendo en el resto de su muy extensa obra.
De la serie “Rear Screen Projections” © Cindy Sherman
Para este texto me interesan las series en las que la ficción calculada de Sherman resulta menos obvia, aquellas que realmente parecen extraídas de la realidad, instantáneas de reportero más que cuidados trabajos de una autora conceptual de gran valía.
Untitled Film Stills y Rear Screen Projections tienen un aire cinematográfico, un halo de fantasía, aún así parecen fotografías de escenas cotidianas en las que Sherman es siempre la protagonista, pero disfrazada de forma que no resulte reconocible.
Las mujeres que aparecen en Centerfolds (Desplegables) parecen víctimas inocentes, tal vez de maltrato o de una sociedad machista. Esta serie,que se publicó en la revista Artforum, apareció en forma de desplegables interiores, justo donde los hombres esperaban encontrar imágenes eróticas, aparecían las mujeres sufridoras de Sherman invitando, una vez más, al desconcierto.
A partir de estas series, Sherman fue consiguiendo el reconocimiento que se le negaba, tal vez por su condición femenina, tal vez por lo peculiar de su trabajo. Sus series son ahora más teatrales, más artificiales, pero no menos interesantes pues produjo trabajos grandiosos como Sex Pictures o Fashion.
Ya sea cuando sus fotos parecen instantáneas como cuando son patentes escenificiaciones, el trabajo de Sherman es siempre interesante.

De la serie “Centerfolds” © Cindy Sherman
Ryan McGinley
McGinley ( Ransey, New Jersey, 1977) fotografía la juventud, no sólo porque los protagonistas de sus fotos sean jóvenes, sino porque en sus fotos queda plasmado el espíritu de libertad y disfrute vital de los jóvenes.
En 1999 envió a 100 editores, artistas y otras personalidades de la fotografía que el admiraba, un libro de 50 páginas con sus fotografías titulado “The Kids are Alright” en las que mostraba a sus amigos en fiestas, más bien bacanales. A los 26 años fue el artista más joven en exponer de forma individual en el Museo Whitney de Nueva York.

© Rian McGinley
Sus fotografías, que algunos han comparado con las de Nan Goldin o Larry Clark muestran jóvenes desnudos o semidesnudos disfrutando de su juventud y su sexualidad. La libertad física y mental es la protagonista de sus imágenes, en especial de un trabajo, el titulado “I Know Where the Summer Goes” (Yo sé donde va el verano)
Para realizar este trabajo, viajó por los Estados unidos junto con 16 amigos/modelos y tres asistentes. Utilizando un total de 4000 carretes tomó unas 150000 fotografías de las que seleccionó 5o.
Inspirado en la fotografía amateur de algunas revistas de los años sesenta de temática soft porno, las imágenes muestran al grupo de jóvenes recorriendo las carreteras de los Estados Unidos disfrutando del viaje y la naturaleza, corriendo desnudos por los campos, bañándose en cascadas, entrando en cuevas, practicando sexo y siempre viviendo su sexualidad y su vida sin tapujos ni tabúes.

© Rian McGinley
El itinerario fue estudiado y calculado para captar todo tipo de fondos naturales, sin descartar el uso de fuegos artificiales o máquinas de humo. Los modelos sabían donde estarían cada día y allí actuaban con libertad.
Si bien todo el proyecto fue planificado y construido de forma artificial, muchas veces los modelos eran fotografiados desprevenidos, actuando de forma natural. Sus imágenes eróticas y llenas de vida pueden ser casuales, pero obedecen a un cálculo minucioso previo.
En sus fotografías hay sexo y excesos, pero destilan pureza, incluso inocencia. No cabe duda de que constituyen un trabajo maravilloso.

© Rian McGinley
Clay Lipsky
Este fotógrafo norteamericano nacido en 1974 compagina su trabajo como diseñador gráfico ganador entre otros de un Emmy y autor de muy interesantes trabajos fotográficos.
En su trabajo se encuentran varias series fotográficas de gran belleza e interés, aunque creo que abusa del virado, pero la que me interesa reseñar es la que se aleja del género documental para mostrar una ficción que subyuga ante el terror que produce pensar que podría ser real.
© Clay Lipsky
Criado en los tiempos de la guerra fría y acostumbrado a ver en televisión y otros medios noticias relacionadas con la amenaza nuclear, Lipsky creó la serie titulada “Atomic Overlook“. En ella vemos personas que parecen turistas fotografiando o dejándose fotografiar con hongos de explosiones nucleares como telón de fondo.
Al ver estas fotografías por primera vez, es fácil pensar que se trata de una ficción fotográfica, pero la duda asalta pronto. ¿Y si realmente estamos viendo pruebas nucleares a las que la gente asiste indolora? no sólo indolora, sino fascinados o incluso acostumbrados.
los fotomontajes de Lipsky fluctúan en el límite de la verosimilitud, nos hacen dudar y de ese modo nos hacen reflexionar sobre este mundo infectados de armas mortales en el que vivimos.

© Clay Lipsky
Y como colofón a estos dos artículos, voy a darle la vuelta a la tortilla reseñando a dos autores que hacen justamente lo contrario, presentar fotos que parecen ficciones pero tomadas en la realidad. Casualmente ambos han recurrido a una misma realidad, muy cercana a la ficción, las recreaciones de batallas históricas.
El primero de ellos es español, Mikel Bastida (Bilbao, 1982) que ha recorrido Europa para realizar su serie “War Theatre“. El método de Bastida es muy interesante, viaja al lugar donde se realizan las batallas y se comporta como un fotógrafo de la época (Incluso en batallas de épocas anteriores al descubrimiento de Niepce) y se mezcla entre los participantes para tomar sus fotos como si de un reportaje periodístico se tratara.
© Mikel Bastida
El otro autor es Alexander Gronsky (Tallín, Estonia, 1980) que en su serie titulada “Reconstructión” fotografío una recreación del cerco de Leningrado en forma de trípticos que mostraban a los participantes tanto como a los espectadores y transeuntes. El resultado es hermoso.

© Alexander Gronsky
Y esto es lo que hay por ahora, o no, quién sabe, que la realidad es endeble y uno nunca sabe donde empieza y donde acaba.
Enlaces de interés:
Web de Joan Fontcuberta
Gregory Crewdson Movie
Cindy Sherman en Wikipedia
Web de Rian McGinley
Web de Clay Lipsky
Sobre Mikel Bastida
Web de Alexander Gronsky