Fundación Mapfre, en ese encomiable empeño por mostrar la obra de los más grandes maestros de la fotografía, expone en su sala de la madrileña calle Bárbara de Braganza la más importante retrospectiva de la obra del fotógrafo checo Josef Koudelka.
Esta magnífica exposición permite a sus visitantes conocer a fondo y en detalle las más importantes fotografías de un autor clave en la historia de la fotografía, un maestro por el dominio absoluto del blanco y negro, por lo que muestra en sus fotografías y por una coherencia a la que pocos fotógrafos llegan en toda una carrera.
Josef Koudelka.
Fuente: Le Oeil de la Photographie
Josef Koudelka, nacido en Moravia (Checoslovakia) en 1938, fecha como su primer trabajo importante el que realizó en 1958. Desde ese año y durante cuatro más, Koudelka fotografió paisajes y escenas exteriores trabajando sobre ellas en el momento de la toma pero sobre todo en el procesado de laboratorio donde las recortaba, ampliaba y aumentaba el contraste de la imagen hasta convertirlas en manchas de negro sobre blanco. Aquellas bellísimas imágenes, algunas de ellas para la portada de la revista Divadlo (Teatro) sembraron en él la semilla de su trabajo posterior. Todas las fotografías que realizó durante el resto de su carrera tienen una base afianzada en esas imágenes, en las que fueron portada de la revista y en las fotografías de actores que realizó en los ensayos de obras de teatro.
Josef Koudelka se movía entre los actores con sigilo, haciéndose invisible, mezclado entre ellos para captar unas imágenes con un blanco y negro contrastado, potente, imágenes en las que el fuerte grano es un agente narrador más, como el contraste o la cercanía con respecto a sus modelos.
En aquellos años, Koudelka aprendió a dominar el Blanco y negro, a convertirlo en su aliado para sus intenciones narrativas y plásticas y fue ese dominio el que le permitió afrontar de manera magistral su primera serie de contenido social.
Portada de Divadlo ©Josef Koudelka
© Josef Koudelka
A principios de los sesenta, Koudelka comenzó a dedicar su tiempo en la visita de campamentos romaníes. Sus visitas comenzaron en relación con su trabajo como ingeniero aeronáutico pero pronto sería una cuestión personal.
En el tiempo que pasó con los gitanos, Koudelka tomó miles de fotografías de las que surgiría su exposición titulada “Gitanos” con un total de 27 fotografías de las que se conservan 22. En esas fotografías se muestra la vida de los gitanos, sus costumbres, sus ritos, las fiestas y los funerales, la vida diaria de esa gente.
Estas fotografías suponen una ruptura temática con los trabajos anteriores del autor, pero se mantiene en ellas el dominio del blanco y negro, el uso del contraste y el grano a favor de las intenciones del fotógrafo. Koudelka juega con los contrastes, reduce o amplia la gama tonal según le conviene. Hay una foto de una niña gitana que es pura mancha negra y tiene la fuerza y el punto de locura de cualquiera de las pinturas negras de Goya que tanto admira, en otras fotos la gama tonal se amplia para mostrar todos los matices de un funeral o del interior de una vivienda.
© Josef Koudelka
En 1968 las tropas rusas invadieron Praga. Koudelka acababa de regresar de Rumanía cuando supo de la invasión y sin dudarlo cogió sus cámaras atadas con cuerdas y se lanzó a fotografiar lo que ocurría.
El fotógrafo que se mezclaba entre los actores sin ser visto ahora se colaba entre los tanques y los soldados, se encaramaba a los carros de combate o a los edificios, con la misma técnica, sin importar que esto no fuera una función sino una realidad atroz.
Las fotografías que tomó de la invasión suponen un testimonio único. Ningún otro fotógrafo se acercó tanto, ninguno mostró aquella semana (del 21 al 27 de agosto) de una forma tan directa. Fue invisible para los soldados como lo fue para los gitanos o los actores, siempre fiel a una forma de entender la fotografía.
© Josef Koudelka
Tras la invasión se vio forzado al exilio y debió abandonar su país, ahora en manos de los rusos. Comenzó de este modo un periplo por Europa sin dejar de tomar fotos.
Fotografiaba cuanto se encontraba sin buscar una unidad, sin llegar a concebir un proyecto fotográfico. Era el acto compulsivo de un nacido para fotografiar, para captar la realidad, su realidad, y convertirla en potentes imágenes monocromas que, entre otros méritos, le valdrían el formar parte de Magnum.
Pasados los años, las fotografías tomadas durante ese tiempo se convirtieron en una exposición titulada sencillamente “Exilios” en la que se recoge el devenir errático del autor por Europa.
En estas fotografías hay una curiosidad enorme por lo que cada país le mostraba pero la nostalgia por su país y su trabajo anterior está presente. La fotografía de su mano con un reloj tomada en campos de España es un homenaje a una de sus fotos más famosas de la invasión de Praga, la que muestra la mano, el reloj, y una gran avenida vacía como fondo.
En la fotografía parisina del perro recortado en silueta contra la nieve está el mismo expíritu de las fotografías para la portada de Divadlo.
Los señores que orinan en una tapia se distribuyen en la imagen como los grupos de gitanos que celebran una fiesta, al igual que la fotografía de los tres irlandeses arrodillados que tanto debe a las composiciones de los romaníes.
© Josef Koudelka
© Josef Koudelka
A sus 77 años, Josef Koudelka continua fotografiando, enfrentando nuevos proyectos con la vitalidad de un joven. Su trabajo más reciente tiene la forma de enormes fotografías panorámicas en las que muestra muros alzados por el hombre, ruinas, barreras y paisajes.
El hombre ha desaparecido de sus fotografías, o al menos su representación gráfica, pero su presencia y sus actos laten en cada imagen. Son imágenes potentes por su tamaño y por aquello que muestran, de una gran belleza, que invitan a la reflexión sobre lo que nos quieren contar y sobre el trabajo de un fotógrafo que ha demostrado a lo largo de su carrera una coherencia y una fidelidad a si mismo difícil de encontrar en grandes artistas de renombre.
© Josef Koudelka
© Josef Koudelka
La exposición en particular y la obra de Josef Koudelka en general merecen la atención de los fotógrafos y aficionados a este noble arte, tenemos tanto que aprender de él.