“Beatus ille qui procul negotiis,
ut prisca gens mortalium
paterna rura bobus exercet suis,
solutus omni faenore,
neque excitatur classico miles truci
neque horret iratum mare,
forumque vitat et superba civium
potentiorum limina.”
Horacio
En sus versos, el poeta latino alababa a todo aquél que decide abandonar la vida en la ciudad, huir del ajetreo y la presión de la sociedad urbanita y encontrar su refugio en el campo, en un terreno idealizado y casi utópico donde todo es paz y armonía con la naturaleza.
Lo proclamó Horacio y desde él han sido muchos los que han seguido sus pasos, los que han roto con una vida regida por las normas de la urbe para empezar otra casi desde cero en plena naturaleza y, como suele ocurrir, en los casos más particulares siempre hubo y habrá un fotógrafo tomando constancia del hecho.
Las comunidades aisladas, los eremitas, los que renuncian a todo, los artistas bohemios que buscan su comunión con la madre tierra, los que luchan a diario con la naturaleza salvaje, todos ellos se convierten en caldo de cultivo para reportajes fotográficos de interés porque llevan consigo la fascinación de lo inusual.
En este texto quisiera hacer una reseña de los casos que más me han interesado entre los que conozco.
Los bucólicos
Los que hacen bueno a Horacio o a Fray Luis de León. Personas que han encontrado en la vida campestre un remedo de paraíso utópico, los que sienten la naturaleza como una parte de su vida y ellos parte de la naturaleza.
Alain Laboile
Descubrí el trabajo de este fotógrafo a través de las redes sociales y me produjo una extraña sensación, había algo en sus fotos que me parecía demasiado artificial, como de poses ensayadas que dan como resultado bellas imágenes pero suficientemente falsas como para adornar los marcos de alguna cadena de muebles sueca, pero a la vez había algo fascinante, que me atraía y me forzaba a no dejar una de sus fotos sin ver, sin disfrutar de su blanco y negro y de las escenas que mostraba.
Documentándome más a fondo encontré entrevistas en las que el autor hablaba de su trabajo y donde contaba su historia. Laboile (1968, Bordeaux, France) es un escultor que vive con su familia en el campo, sus seis hijos crecen en plena naturaleza y un día comenzó a fotografiar su día a día silvestre. El autor asegura que no hay premeditación ni preparación previa en ninguna de sus fotografías, es la vida normal de unos niños que disfrutan de la naturaleza.
Las fotografías son bellas por lo que cuentan y por el uso magistral del blanco y negro, eso es indudable, y sólo por eso merecen que se les dedique un tiempo.
© Alain Laboile
© Alain Laboile
Niki Boon
Las fotografías de Alain Laboule me han recordado las de Niki Boon, que no sólo tienen una fuerte similitud formal y conceptual, sino que incluso comparte título “Familia“.
Al igual que el autor francés, la artista neozelandesa muestra en blanco y negro la vida de sus hijos. Hay un parecido muy grande entre ambos trabajos que seguramente será casual, sólo son formas parecidas de mostrar una realidad similar. Sus fotografías muestran escenas más naturales si bien sus retratados parecen estar posando.
Sally Man
Los trabajos de los dos autores anteriores me recuerdan a un tercero, las fotografías que Sally Man (Virgina, Estados Unidos, 1951) tomó de sus hijos (Jessie, Virginia y Emmett) en su granja de Lexington cuando no superaban los 12 años.
Esta serie, titulada “Immediate Family” fue comprada por instituciones como el el MoMA o el Guggenheim de Nueva York si bien es recordada por la polémica que una de sus fotografías creó, la titulada “Candy Cigarrette” (1989) en la que una de sus hijas aparece sosteniendo un cigarro y en actitud de fumar. El cigarro es en realidad una golosina, no es tabaco, pero aunque el título de la obra lo deja claro la censura hizo de las suyas. Aún así, la fotografía fue vendida en Nueva York por 266.500 dólares en Nueva York.
Esta serie de fotografías es menos inocente que las de Laboile o Boom, hay algo más perturbador pero sólo intuido, más natural y real.
© Sally Mann (Candy Cigarette)
© Sally Mann (The three graces)
Los luchadores
Pero vivir lejos de las ciudades no siempre resulta tan utópico como pueden dar a entender algunos autores. La vida puede ser muy dura donde desaparecen las comodidades y los recursos se ven mermados, y es esa vida en los extremos la que ha generado magníficos trabajos de los fotógrafos más aventureros.
Corey Arnold
Corey Arnold no es sólo fotógrafo, es también un pescador que ha faenado en Alaska desde 1995. En su currículum suma ya siete años de pesca de cangrejos y otras especies en el mar de Bering y ahora capitanea un barco en el que se dedica a la pesca del salmón salvaje en la bahía de Bristol, Alaska.
Arnold habita en una fábrica de conservas de salmón abandonada y hace tiempo que documenta su experiencia pesquera con impactantes fotografías.
Este autor muestra la vida de los que tienen que enfrentarse a diario contra la madre naturaleza para ser parte de ella. Lo que sus imágenes muestran es la cara menos amable de la vida alejada de la ciudad pero no por ello menos interesante.
Corey Arnold ha publicado dos libros sobre su obra y sus fotografías han sido expuestas o publicadas en medios como The New Yorker, Paris Review, New York Times, Tiempo, National Geographic o Esquire entre muchas otras.
Después de zambullirnos literalmente en sus reportajes fotográficos nos dará que pensar cada vez que estemos delante de una lata de conserva de pescado.
© Corey Arnold
© Corey Arnold
Bharat Sikka
Nacido en Benarés en 1973, este fotógrafo forjó su carrera en Nueva York y actualmente vive entre La India y Europa. Tiene a sus espaldas un amplio curriculum como fotógrafo publicitario y editorial, pero a su vez cultiva el reportaje de caracter social.
De entre esos reportajes hay uno que me interesa sobre los demás, el titulado “The road to Salvador do mundo“.
Salvador do mundo es una población pequeña en Goa, India, cuyos habitantes viven en condiciones de miseria, en realidad no es más que uno de tantos villorrios miserables que existen en el mundo, pero de nuevo es la mirada de un fotógrafo quien dota a lo retratado de una dimensión especial.
Las fotografías de Sikka otorgan a Salvador do mundo y a sus habitantes un cierto halo mágico que presenta su pobreza y sus duras condiciones de vida como una ensoñación de cuento de hadas. Un cuento de hadas triste pero cuento a fin y al cabo.
© Bharat Sikka
© Bharat Sikka
Jan Brykczynski
Brykczvinski (1979) es un fotógrafo especializado en retratar la decadencia del kitsch involuntario, el que se produce en áreas rurales por acumulación de objetos, por el caos de los espacios descuidados donde se apilan elementos decorativos sin orden ni gusto.
Sus series de fotografías son de gran interés, especialmente una titulada Arnes, diferente de las demás y cuya temática y tratamiento formal encaja en este texto.
La oveja islandesa es una especie de gran dureza capaz de sobrevivir en temperaturas muy bajas o en situaciones de falta de alimentos. Hay quien afirma que la mentalidad islandesa coincide con el comportamiento de este animal, sobre todo la de aquellos que viven de criar a estos animales.
La localidad islandesa de Arnes es un animal que puede sobrevivir en temperaturas extremadamente bajas y a prolongadas hambrunas.
Hay quienes afirman que la mentalidad de los islandeses se corresponde con las características del animal y eso es lo que Brykczvinski ha retratado, la vida diaria en condiciones extremas de los pobladores de la región de Arnes, los que dedican su vida a la oveja.
38 personas habitando 15 casas durante todo el año y rodeados de cerca de 2700 ovejas, la estepa y el mar, no hay más en Arnes pero más que suficiente para que Jan Brykczvinski realice un muy interesante reportaje.
© Jan Brykczynski
© Jan Brykczynski
Los bohemios
Aquellos que parecen haber alcanzado el beatus ille, los que han creado comunidades que parecen cercanas a la utopía, los que viven sus propias normas en entornos que , al menos en apariencia, son lugares felices.
Claire Martin
Faerieland es una suerte de santuario o moderna comuna habitada por seis personas homosexuales que se identifican como Faeries, una palabra inglesa que significa algo así como semejantes a hadas..
Este peculiar lugar existe desde 1979, cuando Harry Hay, un destacado activista gay norteamericano pidió a las personas homosexuales que se deshicieran de la fea piel de sapo de la hetero-imitación para encontrar el resplandeciente príncipe hada que llevan dentro. Su intención era animar a los homosexuales a apartarse de los cánones heterosexuales.
Algunos activistas homosexuales radicales decidieron encontrar esa verdadera identidad gay apartándose de la sociedad y los campamentos “faeries” se extendieron por el mundo.
Claire Martin ha retratado la vida en uno de esos santuarios gais situado en Australia ocupando 52 hectáreas de tierra en la región del Arco Iris de Nueva Gales del Sur y su historia es en gran parte responsable de que los homosexuales de las zonas rurales australianas se decidieran a mostrarse.
Faerieland tiene unas raices hippies que entroncan con un neo paganismo y una espiritualidad indígena, además de todo eso es un lugar que tiene algo de irreal, de utopía, de Arcadia realizada.
Las fotografáis de Claire Martin retratan a la perfección la sensación de libertad, de paraíso más allá de las normas, de cuento de hadas.
© Claire Martin
© Claire Martin
Los marginales
No todo es utópica comunión con la naturaleza, en ocasiones son los inadaptados, los marginales o incluso los proscritos los que buscan una alternativa en la vida alejada de las grandes ciudades habitando comunidades que distan bastante de ser lugares de ensueño
Rebecca Rütten
Rebecca Rütten viajó en enero de 2014 a lo largo de América Central y allí se encontró con un grupo de personas que se habían establecido en un albergue donde vivían en entera libertad. En diciembre del mismo año decidió regrersar a aquél lugar que en una primera impresión de había parecido poco menos que idílico.
En aquellas dos visitas, Rütten fotografió un lugar que bautizado como Never-Never Land en el que sus habitantes, provenientes de diferentes lugares del globo vivían entre excesos sin cortapisas a cualquiera que fueran sus apetencias.
El sexo y la droga eran los reyes absolutos de aquél lugar del que la degradación se apropiaba poco a poco. Hombres y mujeres mezclados más allá de convencionalismos e incluso de leyes. Lo que allí encontró dejó una profunda huella Rebecca Rütten, su utopía poco a poco se convertía en una distopía y la repetición de excesos que tenían lugar ante sus ojos le produjeron fuertes choques emocionales y físicos.
Lo que había comenzado como un proyecto libre de pensamiento se convirtió con el tiempo en una alegoría del primitivismo de la humanidad. Las conversaciones superficiales que se repetían día a día y el comportamiento repetitivo de los huéspedes producían una sensación de deja-vu permanente. Según palabras de la autora: “Esnifaban un medicamento psicoestimulante para levantarse.Desayunaban, comían y cenaban con cervezas; tomaban Valium para dormir; bebían todos los días, incluso cuando no teníamos ganas de emborracharnos. Pasaban de la euforia de la borrachera a la resaca. Vagaban casi desnudos de un sitio a otro. Todos practicaban sexo con todos. La atmósfera era muy pesada”.
El resultado de la estancia de Rebecca en este lugar produjo un muy interesante libro titulado Never-Never Land repleto de fotos impresionantes.
© Rebecca Rütten
© Rebecca Rütten
Teri Havens
Oriunda de Lubbock, Texas, Teri Havens es una fotógrafa que ha centrado su obra en fotografiar fragmentos de la cultura norteamericana durante los últimos treinta años.
En su serie titulada “The last free place“, la fotógrafa retrata a los habitantes de la ciudad de La Losa, en el desierto de Sonora, California, donde pasó una larga temporada y que ahora se han convertido en sus amigos para siempre.
Sin agua corriente ni electricidad, sólo algunos generadores, por Las Losas pululan residentes, nómadas, jubilados y un amplio catálogo de tipos humanos que habitan este antiguo camping ya sea de forma permanente o como visitantes de paso.
La chatarra o lo que cobran de la seguridad social es la única forma de manutención de muchos de ellos pero estas condiciones extremas son las que otorgan a estas personas una dignidad y uniquedad especiales. Se rigen por los códigos de la decencia humana y la sinceridad.
Y junto a las personas, los perros, cada vez más, alcanzando niveles devastadores pero bienvenidos por los habitantes de Las Losas que los han convertido en su símbolo, en una identidad común y un motivo para seguir adelante.
Las imágenes tomadas por Havens ofrecen constancia a la vez de la miseria y la dignidad. Impresionantes retratos de los que por elección o sin ella tienen su hueco en este punto al margen, entre perros y gatos callejeros, entre el polvo del desierto y el aroma de la libertad.
© Teri Havens
© Teri Havens
Enlaces de interés:
Web de Alain Laboile
Web de Niki Boon
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Web de Bharat Sikka
Web de Jan Brykczynski
Web de Claire Martin
Web de Rebecca Rütten
Never-Never Land en Sefl Publish be Happy
Web de Teri Havens