Finalizo con este texto la crónica de algunas de las principales exposiciones de esta edición, a mi juicio interesante aunque quizás menos que otros años. Sólo quizás, esto es una opinión personal.
Museo del Romanticismo
Miroslav Tichý o la celebración del proceso fotográfico
Como ocurriera con Vivian Maier, este fotógrafo alcanzó su fama en base a su particular peripecia personal más que por sus fotografías, si bien en el caso de Maier la calidez de su obra está por encima de toda discusión, en el de Tichý tengo bastantes dudas.
La invasión de Praga por parte del ejército soviético provocó que Miroslav Tichý abandonara la Escuela de Bellas Artes de Praga por su desacuerdos con los nuevos rumbos de la institución y pasara décadas viviendo como un indigente al que la policía consideraba un enfermo mental que incluso pasó por varios psiquiátricos e instituciones similares.
Pintor en sus orígenes, se pasó a la fotografía cuando se construyó su propia cámara en 1960 y se dedicara a fotografiar furtivamente a las mujeres de Kyov. El resultado de este empeño es para algunos una gran obra de arte, un reflejo de los cambios de su sociedad o una maestría en el juego de luces y formas. Me gustaría compartir esa opinión pero en esta pequeña exposición sólo he visto la obra de un voyeur, un señor que se acerca a las chicas jóvenes, sobre todo si no llevan mucha ropa, y les hace una fotografía a escondidas.
El uso pictórico de su cámara, el aura sensual, etérea y casi mágica de sus retratadas y otras alabanzas que se pueden leer en el programa de mano son, para mi, meros efectos de trabajar con una cámara estenopeica y revelar en pésimas condiciones.
La muestra es muy pequeña y todas sus fotografías son impresiones de mala calidad que sólo muestran mujeres atractivas desde cerca, con la falta de nitidez propia de una lente artesanal. Así es como yo lo veo, aunque tal vez esté equivocado.
Hay, no obstante, un motivo poderoso para ver la exposición y este es que dos de sus cámara están expuestas, dos amalgamas de cartón, herrumbre e improvisación que, por increíble que parezca, son cámaras de fotos. Me han parecido dos objetos fascinantes, obras de arte en si mismos.
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando
Maris Maskalans. Nagli. LV- 4631
La exposición visitable en la Calcografía Nacional es un auténtico catálogo minucioso de los pobladores de Nagli, un pueblo situado en la comarca de Lagtale, en Letonia.
A la manera de August Sander pero con menos pesimismo, Maskalans ha fotografiado a los vecinos de Nagli durante veinte años construyendo durante ese tiempo un archivo visual de los pobladores del pueblo.
Todas las profesiones, todas la edades, todos los tipos han sido retratados con voluntad documental y eso, nada más y nada menos que eso es lo que ofrece esta pequeña exposición. Interesante, muy interesante.
© Maris Maskalans
© Maris Maskalan
Hay más exposiciones e intentaré verlas y disfrutarlas, si algo llama mi atención lo comentaré, mientras tanto hablaré de otras fotografías y otros fotógrafos.