Documentales fotográficos (I)

Aprovecho el confinamiento en la que todos vivimos cuando escribo estas líneas, para recuperar este blog que tanto quiero pero del que tan poco me ocupo por falta de tiempo.
Para esta primera entrada de cuarentena he decidido recopilar una serie de vídeos sobre fotógrafos que se pueden consultar online de forma gratuita. Como son muchos, los publicaré en varias partes.
Son vídeos pequeños algunos, otros mayores, todos ellos dosis de fotografía en formato de vídeo que pueden ayudar a sobrellevar las horas de encierro.
He decidido mostrarlos siguiendo un orden cronológico, en función de su año de publicación.

1 Enri Cartier-Bresson. Contactos.
Idioma: Inglés.
Duración: 12 minutos

 

2 La vida en Fotografías. Annie Leibovitz
Duración: Una hora y 22 minutos
Idioma: Español
Enlace a la página que lo contiene AQUÍ

 

3. Charla de Steve McCurry dentro del ciclo Enciende la Tierra organizado por la Obra Social de CajaCanarias.
Idioma: Inglés VOSE.
Duración: Una hora y quince minutos.

 

4 Alfred Stieglitz. La fotografía como arte.
Idioma: Inglés.
Duración: Una hora y veintisiete minutos.

Hasta aquí la primera parte, pronto llegará la segunda.

El hecho extrafotográfico

A todos aquellos a los que la fotografía nos ha inoculado su veneno, nos interesa todo lo que tenga que ver con ella, y eso incluye las historias que acompañan a cada imagen y a cada fotógrafo.
LLegamos a sus biografías tras el conocimiento de sus fotografías, aquellas que de un modo especial nos llenan y nos llevan a buscar un conocimiento más profundo de sus circunstancias.

Retrato de Miroslav Tichy

Pero ocurre también que, en ocasiones, es la fama del fotógrafo o fotógrafa la que precede a las imágenes, las leyendas anteceden a la obra y alteran su significado, dotándole de un valor añadido que no siempre corresponde con el que tienen las fotografías per se.
En este texto he recogido algunas de esos casos, los que han venido a mi memoria. Si alguien conoce algún otro, será bienvenido en los comentarios.

Evgen Bavcar.

Supe de este fotógrafo a finales de los años ochenta, cuando formó parte de aquel magno proyecto llamado Imagina 92. Durante un tiempo, bajo la dirección de Manuel Falces, algunos de los más importantes fotógrafos del momento expusieron en la Escuela de Artes de Almería, y de las fotos que hicieron durante la visita a sus exposiciones salió una gran exposición con un magnífico catálogo, pero esa es otra historia de la que hablaré en otro momento

.© Evgen Bavcar

Las fotografías de este autor esloveno se anunciaban acompañadas de un dato crucial, su ceguera. Y esa cualidad suya se convertía en la protagonista de la exposición.
Cada referencia a su obra que he encontrado se ve condicionada por su falta de visión, y en muchos casos el valor de su obra apenas se menciona pues el hecho prodigioso de la existencia de un fotógrafo ciego condiciona los textos.

© Evgen Bavcar

Su obra es muy interesante, sugerente por su uso de la luz, con la que a veces crea dibujos sobre fotos subexpuestas. Hay algo surrealista en su trabajo, tan sugerente y extraño, que fascina. La duda sobre cual es su método, una vez que se conoce su ceguera, es constante al ver cada una de sus imágenes. Comprendo que resulta imposible separar el hecho fotográfico de la circunstancia personal, aún así, me pregunto que habría sido de él y de su fama sin la condición que lo define.

Robert Capa.
El hecho extrafotográfico está presente en cada imagen de este autor. No hay biografía o reseña sobre la obra de Friedmann Endre Ernő que no venga acompañada de referencias a su vida novelesca.

© Robert Capa

Todo en su historia está impregnado de la ficción que el fotógrafo creó en torno a si mismo. Una leyenda que incluyó a su pareja Gerda Taro, cuyo nombre real fue Gerta Pohorylle. Capa fue un personaje, una creación de un hombre que necesitaba una imagen para hacerse un hueco en la fotografía, un falso galán novelesco para ocultar a un fotógrafo. Pero no sólo su biografía está impregnada de leyenda, sino también su obra.
Su fotografía más icónica, la que refleja la muerte de un miliciano español durante la guerra civil, se acompaña de una leyenda negra sobre su autenticidad que ha dado lugar a una gran cantidad de especulaciones.

© Robert Capa

Algo parecido ocurre con las que tomó durante el Día-D acompañando a los aliados que desembarcaron en Normandía. Él aseguraba haber gastado varios carretes que se borraron por culpa de un ayudante que erró en el revelado, quedando sólo once fotografías. El tiempo ha desvelado la mentira.
Robert Capa es, en definitiva, el nombre de un mito, una leyenda creada sobre un buen fotógrafo que llegó a creerse su propia leyenda.

Miroslav Tichy.

La historia de Tichy parece la suma de una novela de Dickens y la pasión por la fotografía.
Tichy es el personaje perfecto, un joven que abandonó sus estudios en la escuela de artes de Praga cuando cambiaron las modelos femeninas por hombres uniformados, para convertirse en un indigente que fotografía mujeres con cámaras fabricadas con materiales de deshecho. Lo tiene todo, aúna tragedia personal con la dedicación a una pasión y el éxito final gracias a sus habilidades únicas a la hora de construir cámaras con basura.

© Miroslav Tichy

Las cámaras de Miroslav Tichy son auténticas obras de arte, resulta increíble que esas amalgamas de cartón y desperdicios puedan tomar fotografías, y más aún que él mismo las revele y las convierta en fotografías de papel. Sólo por ver una de esas cámaras merece la pena visitar alguna de las exposiciones que se le dedican.

© Miroslav Tichy

En cuanto al valor de su fotografía, yo, personalmente, sólo veo  la obra de un mirón obsesionado con las mujeres. Que cada cual saque sus conclusiones.

Vivian Maier.

A estas alturas ¿Queda algo por decir de esta fotógrafa?
La niñera fotógrafa alcanzó fama mundial gracias a que John Maloof encontró en una subasta sus fotografías y de ese modo descubriera la historia de la fotógrafa.

© Vivian Maier

Maier trabajaba como niñera y en sus trayectos urbanos se acompañaba siempre de una Rolleiflex con la que fotografiaba la vida en las calles y, cuando pasaba cerca de algún espejo, se autoretrataba.

© Vivian Maier

En la biografía de esta fotógrafa se dan la mano la calidad de sus fotografías con el interés de su historia personal. Las fotografías encontradas por casualidad han dado siempre lugar a historias interesantes, pienso ahora en Los Modlin, de Paco Gómez, pero nunca con el interés generado por esta mujer cargada de leyenda y de una cámara que le procuró un puesto entre los mejores.

Estos son los casos de fotográfos con leyenda que recuerdo, seguro que serán más, suficientes para una continuación de este texto en el futuro.

Eamonn Doyle en Fundación Mapfre

Fundación MAPFRE ha presentado hoy, 9 de septiembre, en Madrid, la primera exposición dedicada a la obra de Eamonn Doyle en España, que explora el trabajo más reciente del fotógrafo irlandés, conocido por su «trilogía de Dublín».

La muestra, comisariada por Niall Sweeney, incluye la mirada personal del artista sobre la capital irlandesa – el drama y el ritmo de la ciudad, su luz, su textura y sus habitantes – y también la serie conocida como «K», que engloba imágenes de figuras espectrales recogidas en la costa oeste irlandesa y en el paisaje de Extremadura.

Eamonn Doyle (Dublín, 1969) estudió pintura y posteriormente fotografía en la universidad (1987‑1991), y a continuación se dedicó a viajar con la idea de convertirse en un «fotógrafo del mundo». Al regresar a Irlanda convirtió un edificio que había albergado un negocio familiar en un complejo de estudios para artistas, cineastas y fotógrafos.

Eamonn Doyle
End. (series) Moore Street Extensions, 2015
courtesy Michael Hoppen Gallery, London

En 1994 dejó la cámara y lanzó el sello D1 Recordings, a través del cual empezó a producir un género único y muy influyente de música electrónica con base en Dublín. Doyle pasó los siguientes veinte años inmerso en el mundo de la música, publicando discos, haciendo colaboraciones, grabando, dirigiendo festivales y viajando por todo el mundo, esta vez con discos de vinilo bajo el brazo en lugar de una cámara.

Durante la última década, sin embargo, Doyle ha vuelto a una práctica fotográfica rigurosa, centrada especialmente en las calles de su ciudad natal, Dublín.

Eamonn Doyle
ON (series) no.1, 2014
courtesy Michael Hoppen Gallery, London

Para el fotógrafo la cámara se convierte en otra forma de seguir trabajando con un tipo de música diferente, concentrándose en su ritmo, en la vibración universal de la existencia cotidiana.

En la actualidad, él sigue viviendo y trabajando en Dublín, en su casa de Parnell Street, en cuyo sótano sigue operativo el estudio de D1 Recordings.

EXPOSICIÓN

La exposición, compuesta por 153 fotografías, 5 foto libros y una video-instalación de 9 pantallas, se articula en seis secciones temáticas.

Grafton Street, 2017
courtesy Michael Hoppen Gallery, London

El recorrido comienza con las imágenes de la «trilogía de Dublín», formada por las series i, ON y End. En ella se observan las fotografías de los alrededores de su ciudad natal realizadas desde ángulos inesperados, revelando una visión original de la ciudad y sus habitantes.

Estas series con su uso estratégico del recorte y el encuadre, transmiten momentos de quietud y de energía frenética, de soledad y de comunidad que permiten al espectador experimentar el ritmo único del Dublín de Doyle.

Continúa la muestra State Visit, en la que se pueden observar treinta y seis imágenes de alcantarillas fotografiadas durante los días previos a la visita de Estado a Irlanda de la Reina Isabel II en 2011. Las tapas están marcadas con pintura amarilla o blanca para indicar que han sido revisadas por las fuerzas de seguridad, y para revelar cualquier otra manipulación.

Sigue el recorrido con la video-instalación, una obra en nueve pantallas que cambian constantemente sobre una ciudad en movimiento, Dublín. Construida cinematográficamente como una serie de secuencias que se despliegan en paralelo mediante el movimiento de personas atrapadas en el tiempo y el espacio.

La exposición finaliza con K, que engloba imágenes de figuras espectrales recogidas en la costa oeste irlandesa y en el paisaje de Extremadura. K es una serie conceptual que busca las fuerzas que habitan en nuestro interior, además de una lucha para entender la muerte, el amor y los elementos vitales que conectan todas las cosas.

Con las fotografías españolas de esta serie, Fundación MAPFRE continúa con su misión de apoyar a destacados fotógrafos en la realización de nuevos trabajos fotográficos en España.

Esta muestra, producida por Fundación MAPFRE y presentada anteriormente en la RHA Gallery de Dublín, se ha convertido en la mayor exposición de la obra de Doyle realizada hasta la fecha.

Eamonn Doyle
K–32 (Irish series), 2018
courtesy Michael Hoppen Gallery, London

En la rueda de prensa han participado el comisario de la muestra, Niall Sweeney, la directora de Cultura de Fundación MAPFRE, Nadia Arroyo Arce, y el propio Eamonn Doyle.

Otras formas de ver la fotografía en Instagram

Me reafirmo en mi empeño por defender Instagram como fuente de descubrimientos fotográficos.
Pese a sus muchos inconvenientes de formato, modas, censuras y demás, Instagram no cesa de dar sorpresas fotográficas.

Imagen extraída de @selfieonfilm

Entre las miles de cuentas dónde se muestran fotografías sin más, destacan algunas con un enfoque diferente. Mi intención es reseñarlas según las vaya conociendo. Ni que decir tiene que si alguien conoce alguna agradeceré la aportación.

Street repeat

La copia es cómoda e instintiva. Encontramos un día una fotografía con una composición peculiar, con un uso creativo de la luz o el color, y de forma instintiva tendemos a copiarla, a querer hacer lo que otro hizo antes y le funcionó.

Imagénes extraídas de @StreetRepeat

Somos imitadores por naturaleza, copiamos todo tipo de ideas fotográficas pero tal vez sea dentro del área de la fotografía de calle dónde más patente se muestra este fenómeno.
Cualquiera puede salir a la calle con una cámara y tomar fotos, pero las calles no siempre nos ofrecen escenas inolvidables, así que ¿por qué no tirar del recurso de lo ya visto?.
Y de eso se encarga Streetrepeat, de mostrar estas tendencias dentro de la “street photography” en conjuntos de tres fotografías.

Imagénes extraídas de @StreetRepeat

Siluetas negras contra fondos de color, calles solitarias con un peatón cruzando, columnas de humo que parecen brotar de un sombrero, caminantes cargados con espejos, etc, etc.
Son tantas las ideas copiadas que esta cuenta tiene trabajo para rato, siempre atentos a lo que se cuece en instagram.
Merece la pena echarle un vistazo y aprender de nuestros errores.
Por cierto, tienen también una web muy completa que aconsejo visitar a menudo.

First of the roll

Aunque no lo parezca, hay espacio en Instagram para la fotografía analógica.
Son muchas las cuentas que muestran fotografías nacidas de un carrete, pero en el caso de First of the roll sólo interesa una fotografía de cada carrete, la primera y fallida.

Imagen extraída de @f1rstoftheroll

Los que hemos trabajado con película recordamos lo que ocurría cuando la primera imagen aparecía dividida en dos partes, una bien impresionada y otra que estaba velada porque esa parte de la película asomaba del carrete o por haber sido colocada mal en la cámara.
Entonces desechábamos aquellas imágenes, pero ahora, cuando lo digital nos impone la dictadura de la perfección, aquellas fotografías fallidas cobran un valor especial, el de la belleza que produce el error.
Hay en estas fotografías a medias algo poético. Hay belleza en esas imágenes imperfectas, el azar ha añadido nuevos mensajes y significado a las fotografías.

Imagen extraída de @f1rstoftheroll

Que este canto a la imperfección y el error en la fotografía de carrete tenga 200.000 seguidores es también un acto revolucionario contra la tiranía del píxel perfecto, es una reivindicación de otra forma de entender la fotografía e incluso la vida, menos impecable, más libre. First of the roll es un espacio para la memoria en el que merece la pena perderse.

Selfie on film

Son muchas, como dije antes, las cuentas que muestran fotografía realizada de forma analógica, las que hablan de cámaras o de procesos de revelado, siempre desde la nostalgia y alabanza del pasado.

Imagen extraída de @selfieonfilm

Selfie on film aúna la nostalgia con las tendencias actuales y demuestra que el interés por el auto retrato no es de estos días, sino que desde siempre nos hemos hecho selfies (eso sí, de forma más razonable y menos histérica)

Imagen extraída de @selfieonfilm

Selfie on film muestra los recursos para auto fotografiarse cuando no existían los dichosos palos de selfie ni las cámaras tenían objetivos por delante y detrás. Casi siempre con espejos y muchas dosis de creatividad.
En fin, un divertimento para entender que no hemos cambiado tanto.

Enlaces de interés.
Street Repeat en Instagram.
Street Repeat web.
First of the roll.
Selfie on film.

Conociendo a Sofie

Sofie tiene 19 años, vive en Eilensted (Alemania), tiene síndrome de Down y es la protagonista de un hermoso trabajo fotográfico de la fotógrafa Snezhana von Buedingen.

meeting sofie© Snezhana von Buedingen

La fotógrafa (Perm, Rusia, 1983) especializada en retratos y fotografía documental, ejerce su profesión en Colonia, Alemania.
En esta hermosa colección de fotografías, Snezhana von Buedingen retrata la vida diaria de Sofie, una adolescente nacida en una familia que emigró de Dinamarca y se asentó en Alemania.

meeting sofie© Snezhana von Buedingen

Sofie vive ahora en una granja, al este del país, aunque creció al cuidado de un anticuario. Ahora su vida está en la granja, así ha sido desde que acabó el colegio.
Ama la soledad, tan sólo acompañada de su novio Andy, de algunas personas en la granja y de los animales que la pueblan.
No son estas fotografías un retrato del síndrome de Down, sino de una mujer joven que habita un entorno especial y de su vida diaria en ese lugar. Pero no cabe duda de que el síndrome es una condición determinante en las fotografías de este reportaje.

meeting sofie© Snezhana von Buedingen

Las imágenes, potentes y hermosas, muestran un entorno idílico y en cierto modo decadente, casi más el escenario de una película que un lugar real. Y en ese entorno viven Sofie y los que la rodean, retratados todos de una forma que está a caballo entre la ficción bucólica y el documentalismo más crudo.
Sofie aparece como una mujer fuerte y a la vez quebradiza, a veces una niña, otras una adulta.

meeting sofie© Snezhana von Buedingen

No es el único trabajo de Snezhana von Buedingen que explora el síndrome de Down, su serie titulada “Madre” retrata a niños con síndrome junto a sus madres.
Este trabajo me ha recordado a otro que ya reseñé en este blog; “Randy” de Robin de Puy, una maravillosa profundización en la mente de un adolescente . El enlace está al pie de este texto

meeting sofie© Snezhana von Buedingen

 

Enlaces de interés.
Web de Snezhana von Buedingen
Randy
, de Robin de Puy.

Christophe Jacrot, el fotógrafo del frío.

Descubrí el trabajo de Christophe Jacrot en Twitter y de allí llegué a su cuenta en Instagram, fascinado por su trabajo que se caracteriza por fotografiar el frío y el clima adverso de una forma única y bella.

Nacido en Francia (1960), Jacrot es un fotógrafo que se confiesa fascinado por el enfrentamiento que se produce entre dos fuerzas antagónicas: las personas y el clima en el que viven, y plasma esa lucha en sus hermosas fotografías.


Tras sus inicios en el mundo del cine, donde dirigió varios cortos de cierto éxito, optó por la fotografía a causa de las graves restricciones monetarias del mundo cinematográfico.
Inició su trayectoria como fotógrafo obsesionado por lo que llamaríamos mal tiempo a raíz de un encargo dónde se le pedía fotografiar París bajo el sol para un librito turístico. Lo que parecía un trabajo sencillo se convirtió en una tarea dura a causa de la lluvia que caía incesante sobre París. De ese tiempo fotografiando bajo la lluvia le viene su interés por las posibilidades plásticas del clima frío o lluvioso.

Tras su libro París Under the Rain, Christophe Jacrot llegó a Hong Kong, y de allí a otras ciudades que cambian su fisonomía bajo la lluvia o la nieve. Y no sólo de lluvia o nieve se caracteriza su obra, pues fotografió, entre otros, los efectos del huracán Sandy que dejó Nueva York sin luz durante días enteros en 2012.
También Islandia, Normandía o Siberia han sido retratadas por el fotógrafo del frío. Las imágenes que tomó en Norilsk (SIberia) tienen una belleza extraña, parecen fotogramas de una película de ciencia ficción más que retratos de una ciudad real que sólo es accesible por avión y está prohibida a los extranjeros.

Su fotografía, si bien refleja una situación climática determinada, no es documental, sino que existe una clara intención pictórico que apela a los sentimientos y a la belleza que transmite la lluvia o la nieve. Hay algo romántico, evocador y en ocasiones estremecedor dentro de la belleza de sus imágenes.
Además de las fotografías con las que ilustro este texto, he encontrado dos vídeos sobre su obra y su persona, se pueden ver al final de esta entrada.

© De todas las imágenes, Christophe Jacrot.

Enlaces de interés:
Página personal
Entrada en Wikipedia

Un descubrimiento, los orfanatos rusos de Dmitry Markov

Sigo en mi empeño de descubrir en Instagram a grandes fotógrafos que han hecho de la red social su principal herramienta para mostrarse al mundo.

Descubrí las fotografías de Dmitry Markov antes de saber nada sobre el autor, sobre su historia o su técnica, y me fascinaron a un primer vistazo. Después investigué sobre el fotógrafo y lo que descubrí añadió interés a las imágenes.

Dmitry Markov nació hace 35 años en Pushkino, al este de Rusia y se crió en zonas pobres cercanas a fábricas textiles cerradas tiempo atrás, lo que condicionó su infancia y juventud, condicionada por una adicción a las drogas.
Buscando una salida a su situación, que era la misma de muchos de sus vecinos, comenzó a trabajar como periodista. Pero esa profesión no conseguía satisfacerle pues no le permitían dar la orientación a sus historias que él hubiera querido. Harto de su situación e influido por la trágica muerte de un amigo cercano regresó a las drogas.
Buscando una salida de su nueva recaída compró una cámara y entró como voluntario en un orfanato para niños con discapacidad de aprendizaje cercano a Pskov. Allí trabajó durante 7 años, tiempo suficiente para conocer a fondo a los internos del orfanato y las gentes que por allí pasaban.

En ese tiempo escribió sobre lo que allí vio usando su cámara para documentar sus artículos.
Pero estando en el orfanato le robaron su cámara y ese hecho fue decisivo en su carrera pues tras el robo comenzó a usar su Iphone y gracias a esa herramienta descubrió las posibilidades de la fotografía. 


Desde entonces, Dmtry Markov viajó por orfanatos de Rusia grabando reportajes pero, sobre todo, tomando fotografías con el teléfono.
En sus fotos aparecen amigos y conocidos suyos, muy a menudo, y aquellos que residen en los orfanatos. Todos ellos quedan reflejados en sus instantes más cotidianos, en los entornos que habitan y en toda la grandeza y la miseria de sus vidas. 

La cuenta de Instagram de Dmitry Markov cuenta actualmente con 224.000 seguidores y no paran de crecer.
El trabajo de este autor se ha convertido en un magnífico estudio sobre la Rusia menos conocida, la de la gente, sobre todo jóvenes, que sobrevive en duras condiciones. La cotidianidad de los orfanatos y de los hogares de su país se refleja en forma de magníficas imágenes que se caracterizan por un excelente uso del color pero sobre todo por una mirada única que retrata la vida de los rusos con tanta amargura como amor.

© De todas las imágenes, Dmitry Markov

Enlaces de interés:
Cuenta de instagram de Dmitry Markov

Humberto Rivas en Fundación Mapfre

Fundación Mapfre inaugura el “curso” expositivo con la muestra dedicada a Humberto Rivas. Es esta una gran exposición que aborda el trabajo de este fotógrafo a lo largo de toda su trayectoria, desde los años sesenta hasta el año 2005.

Rivas (Buenos Aires, 1937-Barcelona, 2009) fue un autor fundamental para el desarrollo de la fotografía en España. El impacto que causó su trabajo en la ciudad condal en los años 80 y 90 supuso un importante impulso para el reconocimiento de la fotografía como soporte de creación artística en nuestro país.

Violeta la Burra, 1978 Fotografía a las sales de plata 30 × 30 cm
espaivisor, Valencia

Su obra fotográfica abarca tanto paisajes urbanos como retratos, clasificación sin embargo con la que nunca se sintió cómodo y a la que nunca quiso someterse. Humberto Rivas Concebía su obra fotográfica como un gran todo. Sus imágenes de la ciudad se caracterizan por ser lugares desiertos, sin presencia humana. Son fotografías en las que los protagonistas son las señales de tráfico, paredes desconchadas, o las fachadas pintadas. En sus retratos, realizados sin ningún tipo de decoración ni referencias al espacio ni al tiempo, refleja el pulso y el desafío al que se enfrentaban los personajes que se ponían delante de su cámara.

Londres, Inglaterra, 1979 Fotografía a las sales de plata
26 × 26 cm
Archivo Humberto Rivas, Barcelona

Se le considera el creador de una nueva forma de documentar, sus imágenes buscan plasmar la huella del tiempo y de la memoria con un estilo sobrio y sencillo que invita al diálogo y la reflexión del espectador.

Luci, 1990
Fotografías a las sales de plata
38,3 × 38,3 cm c/u
Cortesía de la Fundación Foto Colectania, Barcelona

Esta retrospectiva, que incluye más de 180 obras y material de archivo ordenados cronológicamente y dispuestos en cuatro secciones Argentina/Norte, Barcelona, Inicio del color y Un proyecto de Vida, cuenta con préstamos de copias de época en su mayoría procedentes del Archivo Humberto Rivas (Barcelona), así como de las principales colecciones y museos que albergan obra suya en sus fondos: MNAC-Museu Nacional d’Art de CatalunyaIVAM-Institut ValencColección Per Amor a l´Art, MNCARS-Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía; Fundación Foto Colectania y Fundación MAPFRE.

Valencia, 1987
Cibachrome
27,5 × 35,5 cm
Archivo Humberto Rivas, Barcelona

La exposición exhibe, en copias vintage, las mejores fotografías de este fotógrafo magistral, maestro de la luz en sus retratos y de la sombra en su paisaje. Aunque pueda sonar a tópico, es una visita obligada para los amantes de la buena fotografía. 

La generación Instagram

Instagram nació hace sólo ocho años como una aplicación para compartir fotografías cotidianas con los contactos más cercanos y, en este tiempo, se ha convertido en la red social fotográfica más importante, hasta el extremo de que muchas personas no pueden disociar fotografía e Instagram.
Hoy en día, si queda alguien que no sabe qué es Instagram, la ha oído nombrar y tiene una idea lejana. Se ha implantado en la sociedad de tal manera que genera un encendido debate entre sus defensores y sus detractores. Como algunas personas, sobre todo alumnos, me piden a menudo mi opinión, aquí la dejo, anda a caballo entre ambos bandos aunque mi conclusión es positiva.

© Fran Mart

El formato y tamaño del teléfono, que para algunos es una ventaja, es un lastre para mí. Instagram no permite subir fotografías desde un ordenador y no hace muy cómoda la navegación si no se usa un teléfono, eso reduce las posibilidades de apreciar la obra de otros fotógrafos como se merece, reducida a las dimensiones de una pantalla de teléfono.
Si en cada bolsillo hay un teléfono móvil, casi en cada uno hay Instagram. Son tantos los que usan la aplicación que se llega a la saturación desde diferentes caminos. Hay exceso de imágenes, demasiadas personas subiendo fotos intrascendentes, detalles de sus vidas privadas sin interés excepto para ellos mismos. Hay una voluntad por documentar lo más trivial y convertirlo en relevante que alcanza su cota más alta en el uso de selfies.

© Marcos Alberca

El autorretrato telefónico es el mayor exponente del principal problema de esta red fotográfica, fomenta ese culto al ego que es ya una de las principales características de esta época. Instagram es campo abonado para egolatrías y fotografías vanas y olvidables, siempre bajo la tiranía del me gusta y el follow o el unfollow, pero no es menos cierto que tenemos control absoluto para luchar contra la invasión de morralla fotográfica. Como en cualquier otra red social, podemos decidir a quién seguimos y, por lo tanto, qué contenido aparecerá en nuestro teléfono móvil. Eso siempre que la censura de Facebook, propietario de Instagram, no actúe sobre las imágenes aplicando lo que llaman el shadow ban, un método de censura que condena al ostracismo mediático a quienes no son de su agrado sin que el propio usuario lo sepa.
La capacidad de decidir qué contenido veremos al abrir la aplicación resta gran importancia a las principales objeciones que se le hacen a Instagram. Hay mucho que ver, muchas imágenes de gran calidad, y nosotros decidimos qué vemos y qué aportamos a la red y es ahí donde reside, a mi juicio, la grandeza de Instagram.

© Señor Zeta

Hay millones de personas subiendo fotos a diario, no todas son selfies o foodporn. Instagram es un lugar excelente para encontrar el trabajo de grandes artistas que han decidido mostrar su trabajo para disfrute de sus seguidores. Podemos detenernos en sus cuentas para admirar su obra, si bien es cierto que el formato de Instagram nos induce a juzgar a un autor por una sola imagen y pasar de largo, a por otro, y luego otro. Aún así tenemos el poder de seguir a excelentes artistas, no sólo los clásicos, sino nuevos talentos que tienen mucho que ofrecer.
Pero, dejando a un lado la larga serie de lugares comunes que todos conocemos, en mi opinión lo más grande de Instagram es que está creando una generación de apasionados por la fotografía.
Son fotógrafos jóvenes que viven la fotografía como una parte inseparable de su vida y aprecian el valor de una imagen como ninguna otra generación anterior lo había hecho. En muchos casos les atrae hacia la fotografía el éxito descomunal de algunos “influencers” que han hecho de su imagen propia un próspero negocio, los imitan, y para ello comienzan a aprender técnicas y trucos, a comprar equipos profesionales y a dedicar un tiempo precioso a la fotografía.

@ Hi Clavero

Comienzan como aspirantes a vendedores de ego y así descubren el poderoso influjo de la fotografía, siguen las cuentas de grandes fotógrafos y procuran imitarlos, y tras la imitación, rizar el rizo con un más difícil fotográfico, y así se está creando una escuela de fotografía que abarca todo el ámbito mundial.
Si alguien hace una foto a un modelo adornado con luces de colores o subido en un balcón, todos lo hacen también, pero en el camino de la imitación buscan ir más allá, encontrar un nuevo recurso que nadie haya usado, fotografiar desde un nuevo ángulo o encuadre, con luces o entornos diferentes, etc.
En cualquier gran ciudad es fácil salir a la calle y encontrarse con estos nuevos fotógrafos, algunos fotografían con un móvil como si fuera una pistola, disparo y fin, pero muchos dominan equipos profesionales, buscan las luces, los escenarios urbanos, se arrastran por el suelo o se cuelgan de un árbol, les pica el gusano de la fotografía y en cada uno de ellos habita el germen de un futuro fotógrafo. Los instagramers están siempre ansiosos por ver nuevas fotografías y aportar las suyas, compararse para superarse, eso deja una huella en ellos, un gusto por la imagen y un aprecio por la calidad fotográfica que, si bien nace de la saturación de malos contenidos, cala en ellos y, en muchos casos, los convierte en buenos fotógrafos.
Y como las redes son al final una sola, algunos comunican sus descubrimientos en forma de vídeos colgados en Youtube, muestran sus sesiones fotográficas, informan de trucos y técnicas y así la escuela continua. No son vídeos amateurs grabados con un móvil, son excelentes comunicadores que se manejan en las aguas de Youtube pisando con pie firme y sentando las bases de un futuro prometedor.

© Roselino López, modelo @Ismalele7

En definitiva, creo que la forma en la que Instagram está influyendo a los más jóvenes, que usan esta red como un modo de expresión cotidiano, acabará por dar grandes resultados porque ya estamos viendo excelentes fotografías, y yo espero verlos y seguirlos.

Para concluir, dejo enlaces a las cuentas de algunos de esos nuevos fotógrafos en Instagram y en Youtube, creo que merece la pena echar un vistazo.

La mía, perdón por el autobombo.
Marcos Alberca en Instagram.
Marcos Alberca en Youtube
Señor Zeta en Instagram.
Señor zeta en Youtube
Hi Clavero en Instagram.
Hi Clavero en Youtube.
Fran Mart en Instagram.
Brandon Woelfel en Instagram.
Brandon Woelfel en Youtube. 

¡Cámaras si, por favor!

¡No soy un criminal!

Disculpen ustedes la vehemencia con la que comienzo este texto, pero creo necesario alzar la voz y dejar claro que los fotógrafos no somos criminales, las cámaras no son armas, no robamos ni cometemos agresiones.
Ya escribí otra entrada en este mismo blog tratando este tema que cada vez me preocupa más, la criminalización del fotógrafo por parte de instituciones, lugares y personas, cada uno por sus motivos diferentes, todos equivocados según yo lo veo. Desde hace un tiempo siento que los motivos que me llevaron a escribirlo se han intensificado, y por ello me lanzo a una nueva reivindicación.
Comencé a tomar fotografías a finales de los años ochenta y, desde entonces, he pasado algunos de mis mejores momentos pateando las calles ocupado en la toma de fotografías. En este tiempo he observado un cambio en la actitud de los que se encuentran con un fotógrafo en la calle. Antes, la gente sonreía por instinto ante la visión de una cámara, incluso posaba, ahora su gesto es de recelo y desconfianza cuando no de hostilidad.
Ignoro el motivo real de este cambio pero puedo achacarlo a un malentendido generalizado. Desde que un puñado de famosos de medio pelo comenzó a dar la lata en los medios reivindicando su derecho a la propia imagen y a no ser “robados” si no había dinero de por medio. Tal vez sea este el origen de un sentimiento que se ha instalado entre muchas personas, el que confunde el uso no autorizado de la imagen de alguien, con nombre y apellidos, con la toma de fotografías callejeras a rostros anónimos.

Empiezo a estar muy harto de sentirme vigilado y condenado de antemano cuando voy por la calle con la cámara en la mano. Harto de que alguien, en actitud hostil, se me acerque y exija ver mis fotografías porque presume que ha sido fotografiado (Curioso, casi nunca ha sido así). Harto de explicar que mis fotos son mi obra y que la muestro a quien yo decida, que no me pueden obligar. Harto, muy harto, de ser amenazado con llamar a la policía mientras me pregunto qué delito cometí. Harto de tener que zanjar la situación de la forma más rápida y pacífica posible, insistiendo en que para nada me interesa tomarles una fotografía, pues si les explico que la policía tampoco tiene poder para hacer que muestre mis fotos, que sólo me podría obligar un juez, la cosa puede acabar mal.
Qué pesado se hace tener que explicar constantemente a mis alumnos de cursos de fotografía o a quienes ven mis fotografías, que no robo nada, que no he vulnerado ningún derecho. Que no he violentado la intimidad de nadie si mis imágenes han sido capturadas en plena calle. Que si alguna de mis fotografías pudiera tener algún valor o interés, no es por la identidad de quien en ella aparece, sino por la escena captada, por la luz, el color o cualquiera de los elementos que dan interés a la fotografía. No soy un paparazzo, no fotografío personas concretas por el beneficio que su imagen me pudiera proporcionar, sólo documento la vida en las aceras, fotografío por puro placer, no por lucrarme. Tomo un registro del mundo que nos ha tocado vivir en este principio de siglo. No hago más que lo que hicieron muchos de los grandes maestros (sin estar a su altura, claro), sin ellos no sabríamos ni la mitad de lo que sabemos sobre las sociedades de sus épocas.

En cada esquina hay una cámara de seguridad, un móvil haciendo un selfie. Nuestra imagen queda captada y registrada a cada paso que damos, pero el rechazo sólo se manifiesta hacia lo que algunos llaman “cámaras buenas”, no hacia un móvil o una cámara de vigilancia. Ahí está el problema, que en el fondo de todo esto se encuentra el poderoso caballero. Que lo que parece irritar a tantos no es haber sido fotografiados, sino que la fotografía en la que aparece su imagen pueda tener suficiente calidad como para generar dinero a sus expensas. Insisto en la diferencia entre paparazzis y fotógrafos de calle, es importante.
Sucede, además, algo curioso. Son muchos los que se oponen a los fotógrafos que salimos a fotografiar las calles, pero corren al kiosco a comprar el último número de National Geographic, porque salen unos negritos muy monos. Parece ser que no hay derechos en otros países, en otras culturas, sólo los supuestos derechos particulares de cada uno.

Esta persecución contra la fotografía no afecta sólo a los peatones, por desgracia se ha extendido y son muchos los que sacan provecho del miedo a la cámara mediante prohibiciones y tasas.

¿Por qué está prohibido tomar fotografías en edificios desde la calle? ¿Por qué se prohibe tomar fotografías, por ejemplo, en una iglesia sostenida con el erario público? En estos casos la cuestión es más grave, pues además se cobra entrada a edificios que todos pagamos. ¿Qué daño puedo hacer yo en un templo con una cámara? ¿Por qué no puedo tomar fotos en mercados, estaciones y un larguísimo etcétera de lugares vedados a la fotografía?. A no ser que el fotógrafo pague, en ese caso, se acabó el problema. ¿Y el flash, es una nueva arma de destrucción masiva? Entiendo que el flash en un museo esté limitado, tiene lógica, pero no en cualquier sitio por sistema.
Se prohiben las cámaras en centros comerciales y lugares públicos, pero nadie impide los teléfonos móviles que registran cada rincón del mundo con sus lentes. Se prohíben los trípodes, pero no los odiosos palos de selfie que se han convertido en una plaga, un virus que infecta las fotografías de lugares célebres, cada vez más difíciles de fotografiar sin un palito por delante.

Perdonen, como decía, la arenga, pero me siento hastiado con esta materia, llevaba tiempo pensando en escribir sobre ello, tomando notas, y este artículo en Xatakafoto me ha animado a hacerlo, creo que debemos ser muchas las voces que reivindiquemos este asunto. Me indigna esta cuestión, no tanto por ser fotógrafo, sino porque considero que es injusta, absurda, que nace del desconocimiento y que, tal vez, pueda contribuir a solucionarlo con este texto. 

Se me ha ocurrido una idea, bastante peregrina, pero aquí la dejo. He creado un diseño que he situado al comienzo de este artículo, es un simple emblema reivindicando la fotografía. Pinchando en la imagen se puede acceder al diseño en tamaño mayor para imprimir, pegar, o difundir. Para que se convierta en un lema, para que difundamos el amor por la fotografía. A ver si entre todos aportamos algo de cordura.