He estado en Arco.
Si, doctor, lo confieso. Prometí que no volvería, como hago cada año cuando salgo de la feria con apetito de un bocadillo de biodraminas, pero soy debil y vuelvo a recaer cuando, como aves precursoras de primavera, aparecen por febrero los feriantes del arte.
Sé que debería dejarlo, o eso o escribir un libro sobre mi relación de atracción-repulsión hacia la feria que eclipse a las cincuenta sombras esas.
En fin, he estado en Arco y he ido sobre todo buscando fotografía. Porque la fotografía es mi pasión y porque tal vez aún está más libre de esperpentos que el resto de las artes presentes. Ojo, la fotografía contemporánea es terreno abonado para que germinen los esperpentos, los disparates y los egos sobredimensionados, y no hay más que visitar ciertas exposiciones y certámenes para comprobar lo que pueden llegar a pergeñar los cachorros apócrifos de Fontcuberta, pero parece ser que en las ferias de ferias todavía hay un cierto reparo a determinadas prácticas. No creo que eso signifique una mayor cordura por parte de los galeristas, sino más bien que aún la fotografía no es considerada como un arte con mayúsculas por los que acuden a dejarse los millones en la última paja mental del autor famosillo de turno y la apuesta de los expositores se encamina más hacia terrenos seguros.
Dando un paseo por la feria, que ahora es más cómodo y relajado gracias a un nuevo diseño, más abierto y limpio, es fácil ver cómo la fotografía es la hermana menor, que en algunas galerías parece ser un recurso para rellenar huecos en la pared. No obstante hay stands que elevan la media.
La elección de obras y autores, como de costumbre, es variopinta y según sea la filosofía matriz de cada expositor, las fotografías varían en formatos y temáticas así como la celebridad de sus autores.
Este año he encontrado más obras de algunos de los grandes de la fotografía. Siempre supone un gran placer encontrarse con fotografías de André Kertesz, Herbs Ritts, Cándida Höfer, Grete Stern, David Goldblatt, Mapplethorpe o incluso Brancusi que aquí está presente como fotógrafo, no como escultor.
© Grete Stern
© Herb Ritts y André Ketersz
Entre estos grandes afloran algunos autores que, aunque contemporáneos, suponen apuestas seguras gracias al nombre que se han labrado.
Pablo Genovés es el eterno presente en ferias, antologías y cualquier intento de mostrar lo “mejor” de la fotografía española actual. Yo lo he intentado, con tesón, pero no consigo ver qué tienen de especial sus fotomontajes apocalípticos.
© Pablo Genovés
José Manuel Ballester es otro nombre muy presente en la feria, con algunas fotos muy interesantes como una perteneciente a su serie sobre la restauración del Rijksmuseum o la fotografía de la escalera del Caixa Forum que exhibe Pilar Sierra. Tal vez sea la escalera más fotografiada de Madrid, pero Ballester consigue darle una nueva dimensión.

© José Manuel Ballester
La galería Marlborough expone, un año más, fotografías de Manuel Franquelo, muy interesantes en su planteamiento y en su impecable técnica, tanto es así que muchos de los visitantes comentaban sus fotografías pensando que se trataba de la pintura hiperrealista que este autor suele realizar.
© Manuel Franquelo
Marina Abramovic estaba presente en varias galerías con las fotografías de sus performances.
© Marina Abramovic
Helena Almeida, Pierre Gonnord, Erwin Olaf, García Alix, Cristina García Rodero o Richard Mosse son otros ases en las mangas de los galeristas.
© Pierre Gonnord
© Richard Mosse
De entre los fotógrafos con menor renombre (Al menos dentro de mis limitados conocimientos) he encontrado trabajos muy interesantes y otros que me lo han parecido menos pero casi ninguno que me haya resultado falto de interés. Abunda el tratamiento seriado de las fotografías, apenas se encuentran fotografías únicas y son las series temáticas las que imperan dentro del catálogo fotográfico de Arco 2015.
Muy bellas las fotografías sobre metacrilato de la serie “Una vez estuve en África” de Eduardo Nave. Milagros de la Torre presenta una serie de fotografías documentales de objetos relacionados de alguna forma con asesinatos o terrorismo sudamericano. Me siguen gustando mucho las fotografías que Lucía Koch toma del interior de cajas de cartón o bolsas de papel. No me acaban de convencer los juegos de positivos y negativos de Íñigo Manglano-Ovalle ni el juego entre fotografía y dibujo de Ed Templeton.
© Eduardo Nave
© Íñigo Manglano-Ovalle
Lucía Koch
© Milagros de la Torre
© Ed Templeton
La serie sobre huellas de Carlos Motta es interesante, así como la de Jorge Ribalta titulada “Sur L’herb” y “Divisions” de Peter Downsbourh. Estos dos últimos trabajan con el blanco y negro creando hermosas series. De este último autor me llama la atención la cercanía estética y conceptual de sus fotografías de casas de madera con la interesantísima composición de Marlon de Azambuja consistente en ochenta y tres fotografías de paredes medianeras en las que ha pintado de negro sobre cada copia la parte de cada pared que coincide con las demás en cuanto a su forma, constituyendo un interesante documento sobre ese tipo de arquitectura.
© Carlos Motta
© Jorge Ribalta
© Peter Downsbourh
© Marlon de Azambuja
“Gloom”, de Paulo Nozolino es una bella e inquietante serie sobre algún lugar abandonado y oscuro. Xavier Ribas presenta hermosas fotografías de paisajes desérticos relacionados con la extracción del Nitrato de Chile. Las tres fotografías tituladas “Critical Heat” de Alejandro Vidal con el humo como protagonista resultan bellas y misteriosas.
© Paulo Nozolino
© Xavier Ribas
© Alejandro Vidal
De Teresa Margolles hay muestras de dos series; Una de ellas es “El testigo” que ya conocía y que a pesar de su interesante planteamiento me resultan demasiado frías. Sin embargo, la serie “Esta finca no será demolida” presentada por la galería Peter Kilchmann como su obra principal me interesa mucho, desde un punto de vista estético y plástico y también por el mensaje tan duro que aporta.
© Teresa Margolles
Los peinados de mujer de Patricio Reig sobre papel arrugado se repiten otro año más y sigo sin verles su por qué.
© Patricio Reig
Los “Ikea Disobedients”, de Andrés Jake, tienen un interés en cuanto al concepto que las convierte en buenas obras documentales, pero sólo eso.
© Andrés Jake
Entre las series fotográficas se encuentran algunas que, siempre en color, siguen una estética a caballo entre instagram y polaroid. Es una tendencia que se me resiste, no puedo evitar ver en estas fotografías intentos de alcanzar sin conseguirlo la maestría de Stephen Shore o Eggleston. Ni Frank Mädler, ni Daniel G. Andujar ni Luis Molina Pantin han logrado atraerme porque su obra me suena a un eterno déjà vu.
© Luis Molina pantin
© Daniel G. Andujar
© Frank Mädler
Del resto de fotografías, las que son obra única, hay alguna que me ha conseguido cautivar de forma particular.
“Rio Säo Francisco” de Caio Reisewitz me ha parecido una fotografía potente, hermosa y arriesgada por el uso del negro. Me gusta mucho el collage de Vik Muniz, es potente y cautivador. Fascinante “Memento Mori”, el fraile con craneo de Roland Fischer. También me gustaron, por potentes, los autorretratos de Roberta Lima. Los paisajes urbanos de Primoz Bizjak me interesaron mucho, me sirvieron de relax para el cansancio ocular que la feria produce, al igual que “Callus wé” de Jordi Bernardó, muy académica en su planteamiento y técnica, pero hermosa también.
© Caio Reisewitz
© Vik Muniz
© Roberta Lima

© Primoz Bizjak
© Roland Fischer
© Jordi Bernardó
“Remains allong the wall”, de Willie Doherty y “Dove nasce il vento” de Giovanni Ozzola son dos fotografías de entornos urbanos de gran belleza, que invitan a ser contempladas durante un buen rato, a sentirlas a fondo.

© Willie Doherty
© Giovanni Ozzola
Las fotografías de Cecilia Paredes me gustan y me recuerdan a las de Marina Abramovic por ser la autora la protagonista a través del autorretrato de sus performances, aunque en el caso de Cecilia Paredes la motivación de sus fotografías sea más estética que conceptual.
© Cecilia Paredes
“Sophia”, de Adriana Duque es una fotografía que captaba la atención de los visitantes, por su potente calidad técnica y su aproximación plástica a los cuadres de Vermeer. Pero creo que más allá de esa similitud no hay más interés.
© Adriana Duque
Y esto es todo, o al menos todo lo que de una forma u otra llamó mi atención. La feria es muy grande y por mucho que uno lo intente siempre se escapa algún rincón.
Como me conozco, anuncio que el año que viene volveré, me indignaré de nuevo, me reiré y seguro que alguna obra volverá a seducirme.Arco